Uno de los estados afectivos que se manejan bajo el sello neutro, es la indiferencia y, generalmente lo identificamos o definimos con una persona que no siente, ni padece alguna emoción porque, la actitud que se toma en estos casos es mantenernos al margen de una situación o en su defecto, condición específica.

  La actitud de ser indiferentes nos parece bien cuando somos nosotros quienes la ejercemos, sin embargo, cuando recibimos este trato de alguien más, nos lastima y dependiendo del margen que tenga la indiferencia, puede ocasionarnos heridas muy dolorosa y si no prestamos atención a esto, se pueden convertir en resentimientos que dañan nuestro corazón.

  Cuando le acreditamos la etiqueta de 'Indiferente' a alguien, automáticamente aplicamos adjetivos calificativos despectivos de una persona y, no está bien hacer esto porque sin darnos cuenta, ejercemos un juicio hacia alguien. Más allá de crear señalamientos, lo adecuado sería acercarnos a esa persona para conocer por qué es así.

  Ahora bien, si la historia es que los indiferentes somos nosotros, aquí lo idóneo es evaluar qué nos está llevando a tener esa actitud y luego de identificar las causas, proceder a corregir esta postura porque, más allá de lastimar a terceros, nos hacemos daño a nosotros mismos y tener una acción como esta, no garantiza nuestro bienestar emocional.

  De acuerdo a teorías psicológicas, la indiferencia tiene como origen la inestabilidad emocional, frialdad y el desapego. Si analizamos estas palabras, nos daremos cuenta de que, son parte de las características contrarias a lo que en realidad se acopla con la interacción social que por naturaleza, los seres humanos tenemos diariamente teniendo en cuenta que, por naturaleza somos seres sociales y siempre estamos en constante relación con otras personas.

  En reiteradas oportunidades he escuchado decir que, cuando somos indiferentes, emitimos el mensaje de que nada nos importa. Aunque aparentemente esto es así, la realidad es totalmente contraria porque, es imposible que absolutamente todo nos de igual. Tengamos presente que las emociones forman parte de sentimientos vivos y el hecho de que no nos interese un punto específico, esto no quiere decir que todo lo que se relacione de alguna manera u otra con nosotros, no nos genere interés.

  De este punto, lo que es imposible negar es que; cuando nos mostramos ante el mundo como personas indiferentes, de manera silenciosa y progresiva nos alejaremos de las personas o en su defecto, una circunstancia en específico. Es posible que tengamos esta actitud de manera consciente o inconsciente pero, lo cierto es que sucede y cuando ocurre, puede ser contraproducente.

  Hace unos días me comentaba una persona que, la sabiduría de la vida le ha enseñado que cuando tomamos la decisión de ser indiferentes, estamos emitiendo una de las respuestas más crueles que podemos dar en la vida y aunque aparentemente no genera daño, la realidad es que si lo hace y en estas circunstancias no queda nadie excluido porque a pesar de ser nosotros los indiferentes, también involucramos a todos los que hacen vida en nuestro entorno.

  Si analizo lo que me comentó esa persona acoplándolo con lo aprendido, termino comprendiendo que la indiferencia se caracteriza por ser una de las actitudes más agresivas que podemos tener hacia alguien o algo y, con esta acción, se desprende el dolor interno que estamos almacenando. En vista de esto, considero que no es sano mostrarnos indiferentes porque, con esta actitud alejamos personas y en ciertos momentos crece el sentimiento de rencor en nuestro corazón.

  Siempre se ha dicho que el sentimiento contrario del amor, es el odio. Sin embargo, la indiferencia es quien realmente representa lo adverso del amor ya que, la emoción que nos invade cuando alguien nos ignora, en algunas circunstancia es igual o supera al odio. Cabe destacar que, la indiferencia de un amigo, pareja, padres o amigo duele muchísimo y ser indiferentes, rompe todos los esquemas y expectativas de ser una persona noble dispuesta a apoyar.

  Para concluir, la mejor intención que podemos tener con nosotros mismos es evitar la conducta de indiferentes. Esta acción solo promueve distancias que al final del día, se traducen en soledad. Cuando somos empáticos con alguien, tenemos la oportunidad de conocer personas que apoyan y están dispuestos a recibir nuestro apoyo; siendo esta la mejor manera de demostrarnos que estamos dispuestos a cambiar y ser cada día la mejor versión de nosotros.