¡¡¡CONCURSO EXPRESS !!! // "CREANDO HISTORIAS" // “Travesuras de mi abuelita”, por @nexcis

Saludos queridos parceros, estoy feliz en participar en este concurso organizado por nuestra amiga @franyeligonzalez.

En un pueblo lejano, vivía mi hermosa familia conformada por papá Sebastián, mamá Laura, la abuelita Magdalena y los niños: Ángel, Esteban, Agustín y la más pequeña era yo: Sofía.

Vivíamos en una hermosa cabaña y todas las tardes nos sentábamos frente a una fogata, a escuchar las historias de moza de la abuelita, quien en su cómodo sillón se dedicaba a transportarnos a un mundo maravilloso, al cual ella le daba ese toque de aventura, gracia y ternura.

Un día, la abuelita, cambiando el rumbo de sus historias, quiso contar, un recuerdo que vino a su memoria, de cuando ella era una niña.

Comenzó diciendo: -Hace muchos años, en el pueblito donde yo nací, no existía la electricidad, ni las comodidades que hay actualmente, pero nos divertíamos mucho con muñecas de tela, yoyos, trompo, con perinola, metras, papagayos, saltábamos la cuerda, o simplemente nos sentábamos todos frente a una fogata como ésta, que mi papá prendía y alrededor de ella charlábamos, reíamos al aire libre.

Un día mi papá nos dijo que esa noche no saldríamos de casa, pues en una casa abandonada, salían espantos y las almas de las personas que allí habían vivido se escuchaban gritando.

Mis hermanos y yo, quisimos cerciorarnos de esa historia y la noche siguiente decidimos salir a hurtadillas, pues sabíamos que, si les pedíamos permiso, nos lo negarían.

El camino estaba muy solo y oscuro, solo se escuchaban nuestras risas y voces… Cuando nos acercábamos más, la tensión empezó a notarse, pues ya estábamos muy alejados nuestra casita, y el ambiente estaba muy tenso. Pero seguimos caminando, ya se obsevbaba la casa abandonada. Vimos unas tenues luces dentro y cuando nos asomamos por la ventana no había nadie, pero se podía sentir la presencia de varias personas, todos vimos unas sombras aterradoras en la pared, un sillón antiguo ubicado frente a una chimenea, daba la impresión de alguien sentado observando un fuego que no existía. Escuchamos murmullos y risas. Las sombras no dejaban de moverse alrededor del sillón. Yo quería desaparecer en ese instante. Nadie se podía observar, sin embargo, teníamos el presentimiento de que alguien nos observaba.

La piel se me erizó y un frío recorrió toda mi espalda… Las piernas me temblaban y casi no podía moverme; solo tenía un poco de seguridad porque estaba acompañada de mis hermanos, solo yo era la única niña, y en ese momento hubiese deseado estar en casa con mis padres.

De repente se abrió la puerta y en la habitación que estaba frente a la chimenea estaban reunidos un grupo de jóvenes, que habían decidido ocupar la cabaña abandonada para jugar y contar historias… al vernos se echaron a reír y nos invitaron a entrar, pero como no los conocíamos, todos corrimos muy asustados a nuestra casa, donde nuestros padres nos esperaban. Nos regañaron y nos castigaron, porque no pensamos en el peligro al que nos exponíamos si en esa casa abandonada hubiesen estado, en vez de esos jóvenes traviesos, unos delincuentes…

Por eso desde ese entonces, la abuelita le prometió a sus padres que no volvería a salir sin su permiso, y esa historia nos la recordaba cada vez que nos sentábamos frente a una fogata en nuestra cabaña.