Nuevo concurso: El árbol que camina

En la tierra donde la sombra impera, donde a penas y sale el sol, la princesa Aliria salía en compañía de sus cuidadoras y mejores amigas Nana y Zolaide a jugar en el bosque.

—Princesa Aliria tenga cuidado cuando baje por esa colina. No corra tan rápido —Le pedía Zolaide con voz preocupada.
—Déjala que se divierta un poco, Zolaide. La princesa está cansada de estar encerrada en el palacio real. Déjala respirar un poco de aire.
—Está bien que respire, pero no por eso tiene que lastimarse.

—Relájate; la princesa tiene conocimiento total de este bosque. No hay manera de que se dañe. Además, ella tiene el espíritu guerrero de esta gran nación y la gracia de la reina.

Las chicas tenían una discusión muy madura para tener 12 años. Mientras que la princesa hacía lo que todo niño de 9: ir en búsqueda de aventuras en el bosque y hablar con el gran árbol caminante, Ilir. Estos árboles eran venerados por la población debido a la gran sabiduría que tenían, así como por los conflictos armados que ayudaron a ganar contra invasores de otros mundos hace más de mil años.

En este sentido, existía esta dualidad de ferocidad guerrera y sabiduría inspiradora en ellos.

_{Los árboles caminantes fueron pieza clave para ganar los conflictos armados de antaño | Fuente}

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Siguiendo los verdes caminos del bosque, Aliria y sus amigas se dirigieron hacia el gran Ilir, a quien vieron caminando en la lejanía lentamente hacia el manantial que había cerca.

—Oh, gran ancestro Ilir, me complace mucho estar ante su presencia —Expresó Aliria mientras en un movimiento sincronizado hacía junto con sus amigas una reverencia al gran árbol.
—Princesa Aliria, es un placer tener su grata visita. Veo que cada día está creciendo sana y llena de vida —Dijo con gran afecto y ternura.

—Oh, gran Ilir. He estado meditando acerca de mi propósito en la vida y no sé a qué dirigir mis energías.
—Vaya, princesa, no esperaba que tuviese este tipo de preguntas tan pronto. A menudo, no es sino hasta más tarde que surgen estos dilemas.
—¿Qué opina usted? ¿Cree que seré una gran sacerdotisa como mi madre o me uniré a la orden de las legendarias arqueras?

—Por ahora, me parece que podría dedicarse a jugar con sus amigas y dejar que el destino haga su trabajo. Eventualmente su pasión la encontrará a usted y no al contrario.
—No sé como mi pasión me va a encontrar, pero creo que suena muy sabio lo que dijo. Muchas gracias, oh gran Ilir.

_{Aliria ya piensa en cuál podría ser el propósito de su vida | Fuente}

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Las niñas se quedaron explorando la variedad de flores que se encontraban a los alrededores. Estuvieron bailando, cantando y jugando, mientras la luz de la luna las iluminaba y las supervisaba Ilir, el árbol que camina.

_{Fin | Fuente}

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