Una madrugada salí de casa, con un bolsito cargado con mis sueños, proyectos, y grandes metas; dejando atrás mis recuerdos con la certeza de que encontraría la solución de todos mis problemas. Sin rumbo fijo comencé una aventura que sin saber se convertiría en una verdadera pesadilla.

Llegué a un nuevo país, con culturas muy distintas a las mías que me hacían sentir muy mal; poco a poco mis proyectos se fueron alejando, cada vez era más difícil lograrlos, no conseguí un buen empleo, pasé mucha necesidad, no podía estar con mi familia, no tenía amigos. Mis días eran largos y mis noches oscuras ciertamente fue un tiempo muy duro.

Entre tantos momentos de adversidad que viví, recuerdo que una noche regresaba a casa en transporte público y por el simple hecho de no haber perdido mi monedero y no tener dinero para pagar el pasaje, me bajaron del automóvil, sin importar que estaba lloviendo y era una noche fría tuve que caminar más de dos horas para llegar a casa triste y desconsolada.

Entre tantos obstáculos, les confieso que decidí regresar a casa, a mi país con mis raíces y mi gente. Volví con las manos vacías pero con el corazón lleno de emociones porque estar con ellos para mí era mis anhelado sueño, los abracé, los besé y agradecí a Dios por ese reencuentro.