Cuando leí esta frase supe que debía participar porque inmediatamente me la apliqué y me vino a la memoria una anécdota que me ocurrió y que deseo compartir con ustedes.

En los años noventa estaba por terminar mi bachillerato en San Fernando de Apure, pero como estaba muy involucrado en una Iglesia de esta localidad, terminé yéndome al seminario Santo Tomás de Aquino del Estado Táchira, aspirando a convertirme en sacerdote.

Allí permanecí cuatro años, uno para terminar el bachillerato y los otros tres en el seminario estudiando filosofía como requisito para ser sacerdote, pero no terminé los estudios porque me di cuenta que no estaba vocacionado para hacerme presbítero.

Como para sacar la licenciatura en filosofía solo me faltaba dos años me dispuse irme a la Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo que ofrecía dicha carrera y el pensum de estudio era similar al del Seminario del Táchira.

La sorpresa fue grande, cuando vi que en la universidad ofrecían también la carrera de Comunicación Social, la cual toda mi vida me había gustado y que antes de irme al seminario la consideraba como mi primera opción, pero que había desistido, por el seminario y porque no la daba ninguna de las universidades de mi ciudad.

Así que sin pensarlo dos veces en vez de preinscribirme en filosofía, lo hice en comunicación Social. Me sentía feliz con este logro, pero debía primero pasar por las pruebas de selección, pues esta carrera tenía más de doscientos aspirantes y estas pruebas eran el filtro para dejar a solo treinta estudiantes.

Presenté mi primera prueba y la logré pasar y conmigo ciento veinticuatro participantes más. Aun había riesgo de quedar o no en la universidad, pero tenía un as bajo la manga, era procedente de otro estado y eso lo tomaban en cuenta a mi favor, así que cuando presenté la segunda actividad que consistía en una entrevista con el decano de la facultad de comunicación y el psicólogo de la institución, eso fue lo primero que dije y me fijé que en un control que llevaban me anotaron.

Pasado una semana me tocó regresar a Maracaibo de nuevo pues se me había notificado que había pasado la prueba anterior y que debía participar en la última. Esta consistía en un laboratorio vivencial en un barrio aledaño a la universidad.

Debíamos recorrer el sector, observar y anotar para luego participar en una plenaria donde señalaríamos los aspectos destacados vistos en el recorrido.

Estábamos setenta jóvenes y todos hablaban y daban su aporte, yo por otro lado, por mi miedo escénico estaba muy asustado y fue cuando vino a mi mente la frase “Si estás esperando el momento perfecto es ahora” o una parecida, lo cierto es que levanté la mano y empecé a describir todo lo que había observado y me aproveché de que como conocía otra realidad que era la de mi ciudad de San Fernando, hice una comparación que al parecer les gustó a todos y me anotaron en la planilla de seleccionados y de esta manera ingresé a la Facultad de Comunicación Social.

Hoy vuelvo a recordar la frase “Si estás esperando el momento perfecto es ahora” y se me alegra el corazón porque nuevamente me invita a emprender, a seguir adelante y no mirar atrás sino el presente con mucha valentía porque lo que tenemos para aportar es grande y muy valioso.