NUEVO CONCURSO!! // "ES HORA DE PERDONAR” / por @joyarub

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Saludos @franyeligonzalez y a toda la comunidad de #Colombia-Original por su dedicación e iniciativas con diferentes temas y desafíos creativos.

Emily, le ha enviado a su hija un mensaje por mensajería instantánea a su teléfono.

Claudia.- (leyendo) “Querida hija, todos somos vulnerables a los cambios y esa sensación a veces nos incomoda porque nos hemos concebido como seres con razones absolutas, actitudes inquebrantables y otras veces con juicios inexorables hacia los demás. Reaccionamos de manera inconsciente sin importar los sentimientos, y esto se va manifestando a través de expresiones, silencios, distancias, pues las heridas pueden ir destruyendo. Hemos perdido el contacto, pero muy en el fondo podemos intuir que algo podría estar mejor si somos capaces de revisarnos a nosotros mismos a tiempo. Espero que me comprendas. Te quiero.”

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Claudia, se ha tomado su tiempo en releer lo que su madre le ha escrito después de un año de separación por conflictos familiares. Desde entonces, no se comunicaron más, pero cada día se preguntaba si volverían a verse.

Las cosas nunca estuvieron definidas para las dos luego que su padre abandonara el hogar por otra persona. Durante mucho tiempo la armonía de la familia había sido alterada e hizo padecer a cada quien momentos inesperados, intolerantes al punto de lo exabrupto cotidiano. La sola idea era incómoda para las dos. La capacidad de sufrir por la decisión llevo a su madre a síntomas de la locura.

Ninguna de las dos tuvo un encuentro, una confesión, solo fueron recibidas con su dolor a cuestas a destinos distintos. El agobio no las guió con suficiente seguridad, quizás era cuestión de tiempo para ordenar el caos que las envolvía.

Su madre, Emily, estaba dispuesta a conservar la armonía, pero al igual que su hija Claudia, temía algo: superar el fantasma del rencor.

Claudia.- (para sí misma) Todo es tan diferente y confuso. Siento una cosa que me oprime, un vacío, quiero gritar, ¡gritar!

Ella empezó a soltar palabras propias y ajenas, los recuerdos la invadieron de informaciones erróneas, lloraba sin saber a ciencia cierta porque razón. Después, pensó en aquel tiempo de luz amorosa. Sus ojos fijos no veían hacia ningún punto preciso.

Emily.- ¿Porque no me contesta? Creo que no he dicho las palabras correctas, o solo debí dejar todo así y ya. Debe odiarme. Nunca entendí sus complejos y preferí huir. Me lo merezco. Es mejor que no lo vuelva a intentar.

Ambas sin darse cuenta parecían estar disimulando algo. De pronto el teléfono de Emily recibe un mensaje de Claudia. “Te perdono. Y no vuelvas a escribirme”.

Emily contiene su llanto. Toma el auto y se precipita con una súbita mezcla de rabia hacia la que fue su casa, donde vive Claudia, no le toma mucho en llegar pero del mismo modo, su hija se ha ido. ¿Qué es lo que falta? Puedo apostar que ambas están sintiendo lo mismo.

Quizás un palabra no basta, pero es poderosa; es el principio con lo que no contaba la depresión, la melancolía y la tristeza para ser rápidamente eliminados.

Emily.- (Por mensaje de texto) ¿Dónde estás, Claudia?

Claudia.- (Apareciendo) ¡Detrás de ti, mamá!

Madre e hija sin decir una palabra por momentos se abrazan sin forzar el tiempo.

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De lo que te escribo es acerca de perdonar, sí. De trasformar lo irracional por lo racional, de tener la disposición interna para cambiar de manera intelectiva y afectiva, y así liberarnos de ataduras que alguna vez sometieron algo que terminó por condicionarnos, o doblegarnos.

“El perdón no es un acto único que se hace en un momento dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo largo del tiempo.”

FIN