Hoy tuve que volver a despedirme de mi familia, pase el día recogiendo lo poco que lleve en el viaje que hice de visita a mis padres. Mi papá me llevo al sitio de donde salen los barcos rumbo a la cuidad en la cual vivo. Cada vez que me tengo que ir tengo una sensación parecida a la desolación, siento que me desprendo de ellos y que voy a un lugar incierto, al que continúo regresando sin saber si eso me sirve para algo, solo sé que sigo porque debo continuar estudiando para graduarme.

Al llegar al puerto, veo varios barcos anclados cerca de la orilla, y sigo caminando a aquel que me corresponde, volteo varias veces atrás para mirar si todavía mi papá esta allí, pero no puedo verlo, creo que ya se fue.

Dentro del barco, la sensación es de hacinamiento, las ventanas herméticas, son como vidrios que permiten mirar hacia afuera. No soy claustrofobica pero no me gusta la sensación de encierro, así que me siento cerca de la ventana para mirar el mar mientras el barco avanza.

La gente a mi alrededor no suele hablar sino entre ellos mismos, como voy sola, cuando alguien me mira solo volteo a mirar a otro lado.

El viaje transcurre como siempre, las personas van y compran chucherías, comen y miran la película que ponen en el televisor, yo también hago lo mismo, solo que suelo mirar más hacia el mar mientras divago en mis pensamientos.

Al ver que nos aproximamos a la tierra las personas se emocionan y algunos ya empiezan a levantarse de sus asientos para ser los primero en salir en cuanto abran las puertas. Yo me quedo sentada esperando que los más apurados salgan primero.

Más tarde, al llegar a la residencia, dejo allí mis cosas y salgo a caminar, a comprar algo en la panadería, pero cuando venía de regreso pensé en desviarme a ver si veía a aquel muchacho que trabaja conmigo en el servicio estudiantil, me dijo que vivía por esta zona. Volteo y veo hacia su casa, hay varios sentados y veo que él se sorprende y casi se cae de la silla, y sale prácticamente corriendo hacia donde estoy, yo hice como que no lo había visto y seguí caminando, de repente me llama y me detengo.

¡Hola! ¿Así que vives por aquí? Me dice, yo le respondo, oh, sí, vivo por aquí cerca… y continuamos el camino, pero al llegar a donde vivo seguimos caminando.

La cuidad en la que estábamos era más bien un pueblo asentado a la orilla del mar, y un puerto de barcos. También había un largo bulevar que se extendía por toda la orilla. La tarde empezaba a caer y yo le dije ¿quieres caminar por allí? Él me respondió que sí, y su cara y sus gestos eran como los de alguien que esta fascinado… no sé si lo mío era más curiosidad o las ganas de seguir la conversación.

Después de un rato caminando y conversando, nos sentamos a la orilla del malecón a mirar un barco que estaba por partir. El agua reflejaba la luz de la luna, y una brisa fría hacía sentir que la distancia entre nosotros era grande. Aunque yo sabía que era solo mi amigo tuve el impulso de acercarme y abrazarlo, pero el se echo hacia atrás. Me dijo, tú me recuerdas a alguien, le pregunte ¿a quién? Pero no quiso decirme, como lo vi dudoso, le dije, vamos, quiero ir a casa, mañana debo levantarme temprano. Nos levantamos de allí y empezamos a caminar, entonces él se detuvo, otra vez mostrando esa mezcla de dudas y miedo, entonces lo abracé, le di un beso, pero él no dijo nada.

Hoy pienso que él siempre fue el mismo solo que yo no me di cuenta de su temperamento inseguro.

Cuando nos despedimos él siguió a su casa y yo a la residencia donde vivía. Esa noche no podía dormir, sentía que había roto algo, ahora era yo quien tenía muchos sentimientos encontrados, ¿será que hice algo malo? Creo que no debí ser yo quien se aproximara así. ¿Y si ya no me habla más? Pensaba… lo arruiné todo… era mi amigo y tal vez lo perdí.

Esa noche llore mucho, sentía que no podía soportar el hecho de que él ya no me mirara como antes… y eso no me dejaba dormir.

La última vez que vi el reloj eran las 3 de la mañana… creo que a esa hora me quede dormida.

Al día siguiente me levanté temprano, al llegar a la parada, vi que él estaba allí esperando el transporte. Le pregunte: ¿Estas molesto conmigo? Me dijo: no, no estoy molesto. El transporte venía llegando, entonces él me tomo de la mano y subimos, y nos sentamos juntos.

Yo no sabía hacia donde iría todo, solo sentía que quería que nos quedáramos así, con las manos tomadas, y que ese momento no terminara...