Dicen que la lectura es beneficiosa para la salud mental ya que estimula diferentes centros del encéfalo como la memoria, los sabores y olores a la vez que crea redes neuronales necesarias para escapar a las enfermedades de la vejez, como la demencia por ejemplo.

Pienso que para todos los gustos hay un tipo específico de texto en el que encerrarse y disfrutar del corte con la realidad. Con el tiempo descubrí que a partir de ciertos personajes ficticios -o personas reales ficcionalizadas en libros- de gran popularidad, condiciones mentales reciben su nombre.

Hace más de un año que vivo en el pabellón de adultos del Sanatorio Nueva Cádiz. La variedad de condiciones está a la orden por lo que no he tenido tiempo para aburrirme o dejar de horrorizarme en el peor caso.

Mis compañeros de confinamiento reciben una medicación más o menos como la mía, dependiendo de la condición.

Guillermo Driscoll es un hombre de cincuenta y dos años que solía ser diseñador de juegos y que acabó con nosotros debido a su Síndrome de Peter Pan que, debido a su trabajo y su actitud alegre y cándida, pasó desapercibido toda su vida. La suerte se le acabó cuando sus hijos ya crecidos se preguntaban cómo era posible que su padre siguiera creyendo en Santa Claus y que durante toda su niñez fuese la madre la que se encargara de todo lo doméstico. Los dos hijos, ahora hombres, trajeron a Driscoll al sanatorio porque no querían que sus propios vástagos lo tuviesen como modelo a seguir y se negaran a tomar responsabilidades de su propia vida. De constitución fuerte y edad marcada, este hombre parece todo un señor hasta que se molesta y hace pataletas.

Eulalia Sheridan. De treinta y cuatro años, divorciada y sin hijos. El Síndrome de Rapunzel es su razón de estar aquí. Sheridan se cortaba su propio cabello cuando nadie la veía y se lo comía antes de que su ex marido llegara del trabajo. Pero empezó a tener complicaciones gástricas por su inusual dieta. Durante la convalecencia, después de la cirugía que removió el tricobezoar, es decir, las masas de cabello atoradas en la zona superior de su estómago, su ex pareja le pidió el divorcio. Uno podría pensar que el tipo era un insensible por abandonarla en ese estado, pero hay que tener consideración por él también. No es fácil vivir con alguien así de enfermo y no ser capaz de poder ayudar o de hacer que se detenga. Con tendencia a la obesidad, cabello negro y corto, muy corto. Por motivos de seguridad. Se muerde las uñas con frecuencia, habla bastante y es muy sensible al tema de su condición física y mental.

Andrés Beaumont. De veinticinco años. Víctima de su propia mente debido a su serio caso de Alicia en el país de las maravillas. La micropsia, la macropsia y la pelopsia y telopsia propias de su condición se volvieron imposibles de manejar. Lo notó particularmente una mañana que tenía que ir a trabajar a la alcaldía donde hacía pasantías y se sentía incapaz de salir de su casa. Con esto quiero decir que según su percepción trastocada, la puerta era demasiado pequeña para poder pasar por ella. Esto ocurrió varias veces hasta que su oportunidad en la alcaldía estaba peligrando y Beaumont finalmente entendió que lo que tenía no era normal y escapaba a los razonamientos que él mismo se presentaba con la intención de calmarse.

Un poco más bajo que el promedio, ojos azul claro, cabello rubio y de rasgos infantiles -a pesar de esto, es más adulto que Driscoll-, Beaumont se toma sus medicamentos sin importar la escasa efectividad de los mismos. Él es el que mejor se porta. No es problemático y se muerde la lengua en vez de ponerse a discutir.

Los personajes de literatura, sin importar el final que su autor les haya dado, vivirán por siempre. Mis compañeros y yo vivimos en nuestras realidades delimitadas por las condiciones que nos tocó padecer.

Junto al sanatorio hay un cementerio que forma parte de las instalaciones del mismo. Los enfermos que no son reclamados por sus familiares o, en su defecto, no tienen, son sepultados aquí.

Ellos mueren encerrados entre estas paredes, pero sus almas y sus mentes son liberadas de los errores químicos y estructurales que les hicieron pasar sus últimos años en Nueva Cádiz.