¿Cuál es el mejor regalo que puedes recibir? / La libertad de mi país

Hay múltiples cosas que deseo de todo corazón, pero el más grande que yo pudiera recibir por parte de Dios, es la libertad de mi país, el restablecimiento de la democracia, y creo que de llegar a recibir tal regalo muchos de los demás anhelos de mi parte podrían hacerse posibles.

Venezuela cayó en un foso bastante profundo y complicado, que los que estamos hundidos junto a ella nos desanimamos y hasta a veces se nos hace imposible que el país vuelva a renacer.

En la actualidad observamos barreras un tanto difíciles de salvar que impiden que mi sueño se torne realidad. (Bueno, a final de cuentas es el mismo sueño de millones de venezolanos). Pues los sujetos encargados de secuestrar los poderes públicos y de saquear los erarios de la nación, reiteradamente sueltan sin disimulo la imposibilidad de que acá se vuelvan a realizar unas elecciones libres y transparentes, donde todos tengamos el derecho de elegir de verdad.

Son sujetos cuyos prontuarios los coloca a la vista del mundo entero como criminales cuyas cabezas tienen precio, al igual que los bandidos de las películas del oeste americano. Y en vista de eso, ¿cómo se puede sacar a unos malandros del poder? ¿Cómo pudieran apoyar al pueblo las fuerzas armadas si estas forman parte de las bandas delincuenciales del gobierno?

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De allí que con todas las dificultades que se presentan, el camino hacia la recuperación de la democracia, aparentemente, lo vemos cuesta arriba.

La dictadura arruinó la nación y la convirtió en un país miserable. La juventud venezolana hoy en día no es como la de antaño. Los jóvenes de hace dos décadas atrás soñaban y alcanzaban sus sueños cuando, por ejemplo, escogían una carrera, la estudiaban y posteriormente trabajaban y salían adelante. La juventud de hoy lo que piensa es en largarse hacia el extranjero. Nada de estudiar porque aquí no hay vida, aquí no hay futuro.

En los evangelios Cristo dijo por allí: “Si tu fe es tan grande como un grano de mostaza y le dices a una montaña ‘muévete’, la montaña se moverá”. En verdad existimos miles de personas con la fe muy pequeña, pero que no deja de ser fe. Por eso Cristo concluyó diciendo: “Nada es imposible”.

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