En la vida, siempre es importante conocer el tipo de personas que somos y la forma en que reaccionamos ante los estímulos externos. Hay situaciones que no podemos controlar en su totalidad que ocurran, sin embargo, la forma en que reaccionamos podríamos controlarla si conocemos el tipo de personas que somos.

Una vez, viajaba con un amigo en su coche y de repente una persona se cruzó en la carretera, mi amigo rápidamente esquivó y gritó una palabra muy fuerte y vulgar a esa persona. Su forma de reaccionar se basaba en sus impulsos y estaba muy molesto con esa persona, porque casi pudo atropellarla.

En otra ocasión, entré en la oficina de un amigo muy querido de mi familia. Mientras hablaba con mi amigo, entró en la oficina una joven que estaba muy molesta porque alguien de su equipo de trabajo había hecho un comentario negativo sobre ella. Mi amigo la atendió y la calmó. Al cabo de un rato, la joven volvió a su puesto de trabajo y cuando me estaba despidiendo de mi amigo, pude ver que la joven había controlado la situación con mucha calma y con sus principios y valores, todo se había solucionado.

Hay situaciones en las que reaccionamos de acuerdo a nuestros impulsos y esto nos puede llevar a actuar de manera imprudente, lo que debe llamar nuestra atención, para encauzar este tipo de comportamiento y evitar consecuencias negativas en la vida.

Si actuamos muy centrados en nuestros principios y valores, seguramente podremos controlar las cosas más fácilmente. Las personas reactivas pronto explotan porque no soportan la presión, mientras que las personas proactivas son más tranquilas y utilizan la razón en lugar de la impulsividad.