Hace muchos años mi padre fue diagnosticado como hipertenso, además tenía problemas con la azúcar sin llegar tener exactamente diabetes. A principio de la enfermedad era controlable con su medicina y su alimentación y con los cuidados necesarios, normalmente mi madre se encargaba, sin embargo, aprendí a tomar la atención que era lo más que se tenía que tener controlado a principio. La hipertensión de mi papá era silenciosa, es decir, podía tener la tensión en 200 y no mostraba síntomas, por lo cual hacía más delicada la situación, pero los últimos años de su vida se fue complicando y deteriorando siendo necesario hospitalizado varias veces.

Cuando eso ocurría entre mi mamá y yo no encargabamos de cuidarlo en el hospital, al pasar la crisis y ser controlado en el hospital lo daban de alta y volvía a la casa. Pero la última vez fue diferente, estuvo hospitalizado 15 días y volvió a la casa, pero mi papá ya se había entregado y quería irse. En esos momento, había que hacerle todo, bañarlo, darle de comer,levantarlo de la cama, rasurarlo, porque no quería hacer nada de eso. Al final sufrió un ACV, y paso dos días sufriendo el y nosotros, de sus últimas 48 horas, fui yo quien estuvo más tiempo a su lado cuidandolo, en el hospital, en la ambulancia trasladandolo hacia Maracay, y por último fue quien recibió la noticia de su partida

Fue muy doloroso ver sus últimos días, me sentía impotente el no poder hacer nada para que mejorara, si tenía plena confianza en Dios, ya que está es la última que se pierde, la confianza, y hasta el último momento así fue. Al principio como mi padre no estaba tan mal y se controlaba, era normal tenía sus crisis, pero siempre volvía a casa. Pero la última vez, cuando iban a visitarlo al hospital, la gente era un poco impertinente y decían cosas que daban a entender que ya no había nada que hacer, sin importar el dolor de los que estuviéramos presente. En el hospital, siempre fue bien atendido, pero los médicos nos dijeron que ya no había nada que hacer, pero confiaba en Dios hasta el final, y me sentía tranquilo, pero al final tuvimos que dejarlo ir.

En ese momento, estaba enfocado en los cuidados que había que darle a mi padre, psicológicamente no me veía afectado porque el estrés causado al cuidarlo, la visita de la familia, porque si una cosa es cierta es que toda la familia, materna y paterna, estuvo siempre presente apoyando y dando consuelo en la adversidad; en fin, todo ese movimiento de gente, estar en el hospital, ir y venir, estar pendiente de mi madre que estaba muy afectada, no me dejó pensar en otra cosa que en mi papá,en qué se iba a mejorar y que volvería a la casa.

Por supuesto que para cuidar a una persona enferma, uno debe estar en excelentes condiciones tanto física, cómo emocional. El desequilibrarse es contraproducente, porque lo que uno siente se le trasmite al enfermo, tanto positiva, cómo negativamente, lo que puede empeorar su situación

Para cuidar a un enfermo, hay que primero que nada confiar en Dios, y encomendarselo a él. Dormir lo suficiente y alimentarse adecuadamente, para no caer en cansancio físico. Tratar de estar emocionalmente bien, no deprimirse por muy difícil que sea la situación, para no trasmitirle al enfermo emociones que lo puedan empeorar y por ultimo, apoyarse en la familia, todos deben ser parte de la situación para enfrentarla de la mejor manera posible.

Está fue mi experiencia como cuidador, cómo ven el paciente era mi padre y los cuidados fueron hasta el fin de sus días; de esto ya hacen 19 años, pero lo recuerdo todo como si hubiese sucedido ayer. Invito a participar a @vivilu3, @norliopa64 y @ogoebuu.