23 de abril: Día Internacional del Libro/ ✅Me gusta ser original

Hoy, 23 de abril, se celebra el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor, una fecha aprobada, en el año 1995, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), con el propósito de fomentar la lectura, además de reconocer los derechos de propiedad intelectual que los autores poseen sobre sus obras.

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El libro, como es obvio, está vinculado a la lectura y esta, a su vez, representa una de las actividades más provechosas para el desarrollo intelectual de los seres humanos. El libro tiene la virtud de revivirnos el pasado, de transportarnos por regiones desconocidas, de contarnos historias que se parecen a la realidad o que construyen otros mundos con el poder de las ideas, de pronosticarnos el porvenir, de ayudarnos a enfrentar nuestras dudas y problemas, de instruirnos sobre el inmenso caudal de sabiduría generada por la inteligencia inagotable de nuestra especie, de inducirnos a explorar nuevas experiencias… de convertir nuestra existencia en un interesante ejercicio de libertad y de amor por el conocimiento.

En efecto, los innumerables beneficios de la lectura siempre han sido ponderados por toda persona preocupada por el crecimiento integral de sus semejantes. Está comprobado, de forma fehaciente, que el buen lector, quien se ejercita constantemente en este quehacer, expande su capacidad de razonamiento, sus competencias de aprendizaje. Y esto ratifica al libro como un componente esencial, como una presencia ineludible, en el pasado, en el presente y en el futuro inmediato o distante de nuestro dinámico devenir histórico.

Por todas estas razones, el debate que surge de vez en cuando entre los amantes de la tradición y los defensores de la tecnología no se refiere a la desaparición del libro como fuente del saber, sino a la erradicación, a la sustitución inminente del texto impreso con el que estamos familiarizados desde hace siglos atrás por el libro en formato digital que la industria cibernética dio a conocer hace ya algunos años: el Ebook versus el libro de papel.

No nos vamos a dedicar, en este día especial, a realizar una comparación de las ventajas y desventajas que existen entre una y otra opción, con el propósito de postular a una de ellas como la mejor. Solo nos referiremos, brevemente y como un particular homenaje al libro, a nuestra experiencia como lectores y redactores en este presente ecléctico, dentro del cual manejamos ambas posibilidades.

Podríamos alegar, entonces, que el libro digital nos parece sumamente práctico en el momento en que nos toca localizar un dato preciso. Nada es comparable en estos casos con la efectividad de un diccionario en línea, de cualquier tipo, para buscar, por ejemplo, el significado de una palabra, un sinónimo o una información específica sobre cualquier área del saber humano. Se trata, en verdad, de una herramienta invalorable por su inmensa capacidad de almacenamiento, por su versatilidad para adaptarlo a nuestras necesidades y por todas las posibilidades de interacción que ofrece. Sin embargo, cuando necesitamos un libro para disfrutar de una lectura amena, para reflexionar sobre algún tema determinado, para llevarlo con nosotros y vivir la agradable sensación de hurgar en sus páginas impresas, cuando lo que buscamos no se trata de conocimientos formales ni de datos que se necesitan con apremio para alguna tarea con fecha de vencimiento, preferimos el libro tradicional.

Debemos dejar bien claro, por otra parte, que nuestra relación con los libros digitales representa apenas una minúscula parte con respecto a la vasta experiencia que hemos tenido con los textos tradicionales, por lo tanto, es muy probable que las razones que hemos esgrimido en nuestra concisa comparación no se hallen bien fundamentadas.

No obstante, podemos augurar que está muy lejano el día en que el libro impreso desaparezca. Y no se trata, de ninguna manera, de que seamos reacios a aceptar el avance indetenible de la tecnología, porque vivimos aferrados a costumbres antiquísimas a las que no queremos renunciar. Nada de eso. Solo observamos que el texto de toda la vida continúa entre nosotros con excelente vitalidad. Hoy, por ejemplo, en las ferias del libro realizadas en las grandes ciudades preocupadas por la cultura humana, prevalecerán los anaqueles atiborrados de libros impresos a los que acudirán personas de todas las edades en búsqueda de sus temas y autores favoritos. De todos modos, puntualizaré para finalizar que un libro es un libro, sin importar cuál sea su formato, que espera siempre por un lector.

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