En una noche de mayo Susana estaba en su casa, había tenido un largo día de trabajo y se encontraba realmente agotada, ni siquiera le provocaba comer... Cuando ya se disponía a dormir se asomó por la ventana y quedó impresionada de como el cielo azul y estrellado se reflejaban en el denso lago, iluminaban totalmente el ambiente, pareciese que las estrellas flotaban en este.

En ese momento Susana cambio sus planes y decidió salir, el cielo, el clima, el ambiente eran perfecto para disfrutar de una noche diferente... Aunque ella no era una mujer de dejarse llevar por los impulsos, hoy era diferente.

Susana salió de su casa sin rumbo fijo, camino y camino solo siguiendo los impulsos de su corazón, ella no entendía lo que le pasaba, estaba bajo el dominio de la magia.

Sus pasos la llevaron hasta unas calles coloridas pero algo desoladas, sus pies le dolían de tanto caminar, ni siquiera sabía dónde estaba, decidió sentarse y meditar... Hasta sonrío pensando en la locura que había cometido, una mesonera se le acerco; lo que le hizo recordar que no había comido nada, pidió un café y unas galletas.

Susana sintió que la miraban, busco entre la gente de dónde venía la mirada y vio a uno niño que con timidez le sonreia... La sonrisa de este niño era intrigante aunque su mirada transmitía dolor.

Susana lo llamo y le ofreció de sus galletas, converso con el largo rato y aunque estaba muy feliz sentía la mirada extraña de las personas a su alrededor.

Le pido a la mesonera un jugo para su acompañante, le molestó la cara que puso esta chica, aunque decidió ignorarla pues estaba en buena compañía.

Al pasar más de 20 minutos pidió que por favor qué le llevarán su pedido y hasta reclamo por la mala atención, esta vez la mesonera y el dueño del café le pidieron que por favor se retirara pues todos los clientes estaban incómodos con su presencia; Susana indignada pidió explicación y respeto para el niño que la acompañaba, la mesonera le explico con la mayor sutileza que estaba sola en la mesa que no había ningún niño con ella.

Susana no entendía lo que pasaba, vio en la mesa al niño que lo acompañaba, justo en ese momento el niño se levantó y se marchó... Susana lo persiguió, no entendía porque por más que corriera no lo alcanzaba.

El un momento dado sintió como sus pies le dolían, el camino lleno de piedras era incómodo transitar, no podía ver entre tantos árboles y entre tanta oscuridad, Susana se dio cuenta que estaba en el medio de un bosque y lo peor el niño no estaba.

Susana lloró, no entendía que le pasaba, miro al cielo para encontrar una explicación, el mismo cielo que la impulso a salir esa noche tan extraña, tan diferente.

Cuando intento salir del bosque, solo se interna más... Hasta que frente a ella vio una pareja, a pesar de lo cerca parecían estar tan lejos o era todo lo contrario.

Caminó al encuentro con ellos, cuando estuvo cara a cara con la pareja vio la misma mirada del niño del café, cuando intento hablar, no pudo emitir palabras a pesar de que gritaba, intento tocar a la pareja y un escalofrío recorrió su cuerpo, la pareja desapareció.