La madre de Ana María, Alicia, contaba como ella en las noches se desdoblaba, y contaba sus experiencias de cómo flotaba mientras los demás, dormían plácidamente. Ana María, la escuchaba atenta, incrédula, sin saber bien de que se trataba. Estaba muy chica y los relatos de su madre la confundían.

Más sin embargo, a Ana María le comenzaron a suceder cosas extrañas, a veces no podía distinguir los sueños de la realidad. Una mañana le contó a su madre, que su abuelo muerto se le apareció de la nada, mientras ella flotaba y veía las plantas de aquella hacienda propiedad de su familia, por cierto, era de este abuelo fallecido.

Él le decía que se la quería llevar, ella lloraba y le suplicaba que no, que la dejara en el mundo de los vivos, y pocos segundos después, sintió que su alma regresaba lentamente a su cuerpo. Se sentía en su cama, acostada boca arriba, comenzó a sentir sus manos cruzadas en su pecho, la cobija le rozaba los hombros, sabía cómo en qué posición estaba acostada, pero no podía moverse, eso sí, recalcó estar consciente.

Esa fue una de sus experiencias extrañas, pero hay más. Alicia, su madre, solía llamarla por la ventana de su cuarto para decirle cualquier cosa sobre los quehaceres de la casa antes de salir. Esto sucedía con frecuencia en las mañanas, generalmente, cuando Ana aún no se levantaba.

Con el pasar de los años, la madre de Ana María enfermó y dejó de existir. En uno de esos tantos días, sucedió algo. Ana María, estaba durmiendo y escuchó la voz de su madre que la llamaba por la ventana, como antes. Ella se despertó, vio la silueta de su madre en la ventana, y exclamó asombrada: - ¡Mamá, mamá!, pero nadie le contestó.

Ana se levantó y corrió, pero no vio a nadie, decepcionada, volteó a mirar su cama, y allí se vio a si misma, acostada, dormida, muy arropada, y dijo: - “Ahí estoy yo, dormida”. Dio unos pasos y comenzó a sentir como su alma se acoplaba a su cuerpo, y nuevamente, esa sensación extraña la invadió, sentía la posición de su cuerpo en la cama, donde le rozaba exactamente la cobija. Estaba consciente, pero no podía abrir los ojos, hasta que lo logró.

A la mañana siguiente, se quedó pesando que volvió a salir de su cuerpo a flotar, pero esta vez, en busca de tener un reencuentro con su madre, en otra dimensión.