Su modesto puesto en la oficina no le proveía grandes dividendos, pero le alcanzaba para vivir y darse sus gustos. Además, era soltera y sin hijos, no tenía mucha suerte en el amor. A su último novio lo terminó porque nunca estaba con ella ni la apoyaba en los momentos difíciles.

Un buen día, Martha se tropezó con una chica que entró nueva en la empresa, ella pensó: “Que fea es esta chica”. La nueva mujer que ingresó a su lugar de trabajo es Alicia, una chica callada y nada agraciada físicamente.

Marta tenía 35 años y Alicia 23. Pasado 6 meses, Alicia estaba embarazada, y Marta pensó: “Como esta mujer tan fea tiene marido y ahora un hijo, y yo no”.

Alicia, tuvo a su hijo y regresó del post- parto. Marta seguía con su vida, hasta que entre fiestas y salidas con amigos, conoció a un hombre con quien comenzó a salir. Dos meses después, el hombre la dejó diciéndole que estaba confundido.

En una visita que hizo a la librería, Marta se encontró con Alicia y se pusieron a charlar. Marta estaba triste, pero en medio de la conversación, la miraba y pensaba: “Que fea es, y yo que no soy fea, me dejaron y no entiendo porque”.

Tiempo después, Marta vio algo en la calle que la sorprendió, su ex y Alicia paseaban agarrados de manos. Entonces, comprendió porque su novio estaba confundido, la dejó por esa mujer que le parecía tan fea. Marta se dio cuenta de su error y experimentó la peor ironía de su vida.