Concurso semanal - Historias cortas con un giro: La entrada a Agartha

El helicóptero sobrevolaba el noroeste del Pacífico en una mañana de diciembre. A bordo del vehículo, Jim Crompton, un niño prodigio de 14 años, contemplaba maravillado la extensión de los mares. A su lado, sus padres, una pareja de exploradores, discutían sobre qué hacer al llegar al volcán Anak Krakatoa.

En meses recientes, sir Malcolm Crompton había descubierto una estela en el interior de Angkor Wat, en Camboya. Aquella estela, escrita en jémer antiguo, hablaba de una entrada a una ciudad subterránea denominada Agartha. La inscripción coincidía con los distintos relatos de exploradores europeos registrados entre los siglos XVI y XVIII. Si bien en la mayoría señalaba al desierto de Gobi como la entrada principal a aquella ciudad subterránea, la estela de Angkor Wat señalaba a un volcán cerca del reino de Srivijaya, actual Indonesia. El punto de acceso sería una cueva ubicada a pocos metros del pie del volcán.

Sabiendo que era poco probable que el Anak Krakatoa poseyese una cueva, pues el escrito hablaba del viejo Krakatoa, cuya erupción última fue en 1883, sir Malcolm contactó de inmediato con unos viejos amigos del Instituto Volcánico local y les comentó sobre su descubrimiento. El Instituto realizó las investigaciones pertinentes y, días después, confirmó a sir Malcolm que existía una cueva cerca de las costas.

Sir Malcolm empezó a realizar gestiones para realizar la exploración sin problemas. Al ver que todo estaba en orden, toda la familia abordó el helicóptero que el Museo Británico de Antigüedades les había prestado y se dirigieron hacia el archipiélago, encabezando a una pequeña flotilla de aeronaves.

Fue un auténtico operativo de película, con los arqueólogos y antropólogos bajando a rapel de los helicópteros. Fueron recibidos por los científicos del Instituto Volcánico, quienes guiaron a sir Malcolm hasta la entrada de la cueva. Con una luz fosforescente en mano, el hombre se adentró en la caverna; a él le siguieron un grupo de espeleólogos.

No avanzaron más que unos 200 metros; a ambos lados habían unas estalactitas con inscripciones en un alfabeto parecido al hurdu. Uno de los expertos en lenguas antiguas, Ali Seng, empezó a traducir lo que decían las inscripciones; sin embargo, el experto rio a carcajadas conforme leía las palabras. Los demás, extrañados, le preguntaron qué le parecía gracioso; Seng, tratando de calmarse un poco, les respondió:

"La inscripción es un mensaje para los que buscan Agartha. Dice: Todo el que busca nuestra ciudad debe saber dos cosas antes de continuar entrando a esta cueva: Primero, que sean bienvenidos a nuestra humilde casa, y segundo: hay promoción de 4 x 3 en alitas de pollo con ajonjolí en El Pollo Feliz".