Microhistoria | ¿Quién Está a la Puerta? | Por @thelostprophet

La noche guardaba un silencio poco habitual. Aun los grillos, aquellos que arruinan mis tiempos de lectura cuando cae el atardecer, habían enmudecido. Un viento gélido recorrió mi espina dorsal logrando que se me erizara la piel. La luna, cual cómplice, había huido, escondiendo su brillo. Debido a que ya estaban cerca de ser las once de la noche, las calles se encontraban desoladas. La luz de las velas danzaban al compás del viento, con un vaivén hipnotizante. Y yo sin poder conciliar el sueño aún. Quise tomar un libro de mi mesa de noche, cuando de pronto una sombra, cual rayo, se desliza por la pared. Mi corazón, da un vuelco tan violento, que pensé morir en ese instante. Era ese maldito gato otra vez. Cada noche acecha mi alacena en busca de ese atún que suelo comer en el desayuno. Mis sentidos se agudizaron gracias al susto de muerte causado por ese infernal animal, quien logró espantar el poco sueño que pude tener. Mis ojos enrojecidos se paseaban por todo el lugar, sin fijar la mirada en ningún sitio. Mis pulsaciones se aceleraban a medida que pasaban los segundos. De pronto, pude distinguir unas pisadas que se acercaban lentamente a mi habitación, hasta detenerse a mi puerta. No sé cuánto tiempo habrá transcurrido, si horas, minutos, o tan solo unos segundos. Yo solo sentí que el tiempo se paralizó. La figura, quieta cual estatua, seguía posada del otro lado de la puerta. De pronto, con una extraña suavidad, golpea tres veces. En ese instante las campanas de la iglesia anuncian la llegada de la medianoche. Me acerqué a la entrada de mi habitación, pensando que tal vez se trataba de mi hijo. Cuando me encontraba justo frente a ella, y con mi mano ya en el picaporte, un frío recorrió cada rincón de mi cuerpo al recordar que hacía ya quince años que mi esposa y mi hijo habían muerto en un accidente. A lo que una pregunta llegó a mi mente: ¿quién está a la puerta?

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