Música de la vida || por @soldieroffantasy

A veces los días son algo difíciles. El constante estrés laboral y la difícil crisis de mi país me han enseñado a no permitir que las preocupaciones inunden mi mente. Así que, cuando todo parece acumularse y mis ideas están bloqueadas, busco mis auriculares y me dejo llevar por la cálida melodía del pop rock. Me gustan mucho las canciones motivacionales, esas que tienen un mensaje cautivador. Un poco de Coldplay me ayuda a relajarme, a sincronizar los pensamientos e indagar en lo más profundo de mi alma. Es precisamente ahí cuando mí espíritu se siente libre y rebosante. Y entonces, la magia de la inspiración me permite cursar mundos inimaginables.

La música es vida, porque con ella nuestros corazones laten bajo el ritmo de la fuerza y el ímpetu. Nos dejamos llevar por las notas, los acordes y las voces armónicas, y navegamos por un millar de realidades capaces de conmovernos. En las líricas hay poesía, lecciones que nos invitan a reflexionar, a ser más fuertes y amar el mecanismo giratorio al que llamamos destino. Todo se hace más claro ante nuestros ojos, y empezamos a sentir mariposas en el estómago. Cantamos, así no tengamos una voz hermosa, e imaginamos que estamos es la cima del mundo. No hay barreras ni temores, solo una puerta a lo posible. Porque sí, la música también nos lleva a una dimensión de realidades fantásticas.

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Cada pequeño sonido se sincroniza para forjar una melodía magnifica. Nuestras propias vidas son una canción, una lírica de luchas y constantes cambios. Somos como un Beethoven explorando las teclas de un piano incierto, pero posible. Porque los acordes de nuestro coraje nos permiten cursar por los senderos más fríos y desolados, y aún con los dedos ensangrentados y la voz quebrada, seguimos conquistando el eterno concierto de nuestros sueños.

La música es verdad, porque en ella las realidades se expresan como un canto a la libertad, al amor, a los sentimientos… descubrimos lo que somos y lo que podemos ser, y atrás quedan las tristezas y las agonías. Nuestras ideas se hacen más claras, permitiendo que se esfume todo lo que nos aterra y nos mantiene en blanco. Nos volvemos como un trueno, resplandecientes y vociferantes, y nos sumergimos en un universo de astros divergentes donde las lunas son sinfonías y los soles nos deleitan con sus ritmos. La fantasía cubre nuestros pensamientos y las realidades se comprimen, se expanden y se dividen como las propias cuerdas de una guitarra.

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Atrás quedan las prisiones, las agonías, los temores enredados en las raíces de la oscuridad. El ángel musical nos lleva con sus alas lejos de la rutina gris, del aburrimiento soso y las voces pesimistas. Imaginamos dragones, y los domamos con la fuerza de nuestro coraje. Las pistolas del odio se vuelven rosas de colores empáticos, y el amor resuena bajo un himno sin fronteras, ni recelos, ni mucho menos egoísmo. Con la música se quiebran las barreras del idioma y las culturas, y los coros se unifican para ser vitoreados por un millar de razas distintas. Nuestra voces de unifican a un mismo ritmo, y una sola melodía resuena bajo la consigna de la hermandad.

La música es paz, porque los mejores combates no vienen con armas ni bombas, solo con ritmos y melodías que se forjan para conmover corazones e inspirar pensamientos. La esencia musical no destruye, más bien construye el sendero iluminado a la convivencia y la felicidad. En las líricas y sonatas se reflejan las verdades del mundo, la hipocresía de los tiranos y la maldad de los soberbios, y la venda sale de nuestros ojos. Todo se hace más claro y tangible porque reflexionamos internamente, usando las melodías para abrir nuestra mente a la realidad esbozada en la canción de la vida.

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Los fantasmas se alejan, y los ángeles se hacen más brillantes. La música hace que la realidad se deforme como el tiempo de Einstein, y que cada segundo de cantos y ritmos se transforme en una eternidad majestuosa para nuestros sentimientos. Las emociones se levantan y la depresión es enterrada en la profunda fosa del olvido. El pop nos ilumina con sonidos pegajosos, el rock nos hace temblar en emisiones palpitantes y el jazz alucina nuestro sentidos. Cada género musical es una puerta distinta al universo de melodías y voces espléndidas, agasajadas de un arte que habrá de conmovernos para siempre.

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Porque la música es amor, es inspiración, es gallardía pero sobre todo… la música es vida.