Mi entrada al concurso "Historias cortas con un giro" 💫 || Parte de Mí

in Writing & Reviews3 years ago

PicsArt_07-27-03.32.18.jpg
Imagen descargada de Pixabay y editada con PicsArt



—Los dinosaurios siempre entran a mi habitación. —Dice mi madre, sosteniendo con manos temblorosas la fotografía familiar—. Me muerden con sus enormes dientes y me gruñen con sus alientos de ajo. No quiero que me sigan lastimando.

Está frente a la ventana, sentada mientras pierde su visión en el verde del jardín que hay más allá. Sus arrugas brillan, seguramente por el ungüento que le ponen para los dolores en sus huesos. Intento no mirarla mientras me acomodo en la cama algo tiesa para mi gusto. La habitación es pequeña, pero ventilada, perfecta para una mujer cuya edad la ha sentenciado a una vida de olvidos e incoherencias. Está mejor aquí, donde pueden atenderla las veinticuatro horas al día. Admito que fue una decisión difícil sacarla de su propia casa, pero los notables peligros de su soledad y mis altas labores de trabajo me impulsaron a optar por su inevitable traslado al hogar de ancianos.

—No lo harán, mamá. —Intento calmarla, aun sabiendo que sus alucinaciones son incurables—. Te lo prometo.

—Quiero ir a la casa grande. —Sus ojos brillan, confusos entre el ayer y el ahora—. Ahí no van los dinosaurios. Solo hay olas, arena, y una brisa muy cálida. Ahí está mi hija Marta. Le encantará jugar contigo a recoger almejas. ¡A ella le encantan las almejas!

—Yo soy Marta, mamá. —Digo sin mirarla—. Y esa casa ya le pertenece a otras personas. Es por eso que estás aquí.

—No me gusta aquí. —Ignoro su silueta, pero su llanto no puede ser ignorado por mis oídos.

—Lo siento mamá. —Me levanto de la cama y recojo mi bolso—. Pero aquí estás segura.

—A mi hija Marta le gusta mucho explorar la playa para recolectar almejas. —La fotografía tiembla aún más en sus manos—. Si no vuelvo a la casa grande se pondrá triste.

Me acerco a ella y sostengo sus antebrazos para evitar el temblor en sus manos. Sus lágrimas se deslizan por sus mejillas corrugadas. Ya nada de la mujer dura y fuerte prevalece en ella, ni en sus ojos de diamante. Concentro mis pupilas en el retrato fotográfico que lleva entre sus dedos; en la fotografía tres siluetas sonríen con trajes elegantes. Estoy yo, con mi toga de graduación. Está mi padre, con la peculiar mueca graciosa que abundaba en cada foto de nuestro álbum familiar. Y está mi madre, sonriente y lúcida como alguna vez la recuerdo.

—Mientras lleves esta fotografía contigo, mi padre y yo estaremos acompañándote. —Digo con un hilo de voz—. Esta es tu familia. Ahí está tu hija Marta y tu esposo José. ¿Lo recuerdas? A él no le gustaba verte llorar.

—José… —Ella abre sus ojos como platos— sí, él se va a casar conmigo. ¡Él me rescatará de los dinosaurios!

Suspiro para expulsar el dolor de mi espíritu. Tal vez soy egoísta, quizás un monstruo, pero no puedo soportar la imagen de una madre que apenas recuerda a su propia hija o el fallecimiento de su esposo. Me acerco y beso su frente, y su piel corrugada impregna mis labios con el agrio sabor de la despedida.

—Me tengo que ir mamá. —Siento un terrible dolor en el pecho al decirlo, y un escalofrío desajusta mis huesos al reconocer que no volveré jamás.

Ella no responde, solo dirige su mirada a la ventana y agudiza su llanto. Intento decir algo más, no obstante, las palabras se encofran en mi boca. Salgo de la habitación limpiando el acuoso oleaje de mis ojos, sin prestar atención a ninguna otra cosa que no fuera mi propio remordimiento. Escucho gritos, súplicas agonizantes que se rehúsan a tomar píldoras amargas, o a recibir inyecciones dolorosas. Es mi propia culpa la que me obliga a voltear solo para toparme con un montón de ancianos solitarios, envueltos en un luto en vida al que sus propias familias los han condenado. Mis pies me insisten regresar a la habitación de mi madre, pero yo opto por la dirección contraria.

Su rostro me acompaña en el resto del camino a la estación del tren. Los andenes me señalan con odio entre carteles y rieles brillantes. Huele a humo, y a la peor de las hijas. Me tiro sobre el suelo, incapaz de reconocerme. Abrazo mi bolso mientras ojos curiosos me enjuician silenciosos, y yo aprieto mis parpados para sumirme en la oscuridad. Entonces, el recuerdo llega a mi mente; aquella noche de lluvia y truenos en la casa grande reaparece en mi memoria para mostrarme a la niña asustada que pedía auxilio ante los monstruos que se difuminaban en su habitación. Estaba temblando, y ni si quiera mis muñecas podían salvarme de las pesadillas de ojos rojos que gruñían debajo de mi cama. Hasta que mi madre llegó para espantarlas con sus calurosos abrazos y sus hermosas canciones.

—Los monstruos mami, —recuerdo haberle dicho—, siempre aparecen para asustarme.

—Las pesadillas no pueden hacerte daño, mi pequeña. —Dijo ella mientras me abrazaba—. Solo es tu miedo. Así que cuando tu miedo ataque, piensa en cosas bonitas y verás que los monstruos se esfumarán.

—¿Puedo pensar en dinosaurios? —La miré atentamente—. Los dinosaurios me gustan.

—Sí pequeña, —ella sonrió—, puedes pensar en dinosaurios. —finalizó con cosquillas.

La vibración de los rieles me trae de vuelta a la noche fría. Espabilo, mirando la hora en el reloj. Pero en este mismo instante lo que menos me importa es perder el tren que me alejará de mi madre para siempre. Ahora entiendo su dolor, su miedo y su agonía. En sus propias alucinaciones perdió la fe en la niña que alguna vez lloró en su regazo mientras pensaba en dinosaurios para olvidar sus pesadillas. Esta vez, le hago caso a mis piernas y vuelvo con ella.

Nada pudo detenerme, ni la tormenta que empapaba mi ropa, ni los autos que tocaban su bocina cuando me les atravesaba para recortar camino, ni mi bolso arrastrado por la crecida de las alcantarillas, ni siquiera la recepcionista que intentó negarme la entrada al hogar de ancianos. Corrí entre pasillos, resbalé en las salas y tropecé con paredes, pero aun así llegué a la habitación de mi madre.

La encontré gritando mientras dos enfermeras procuraban darle una píldora a la fuerza. La hamaqueaban de un lado al otro, intentando someter el rechazo de sus brazos y su boca. En su pecho apretaba la fotografía como si fuera su propio corazón. Me acerqué con la rabia formando mis puños y las espanté como mi madre alguna vez espantó las pesadillas de mi cuarto. Ellas se miraron atónitas, y se largaron cuando las sentencié a no tocar jamás a mi mami. Ella dejó a un lado las lágrimas y sonrió, y no dudó en abrazarme.

—Los dinosaurios… —Dice ella, mirando la fotografía familiar con nostalgia—, los espantaste.

—Jamás volverán a hacerte daño. —Confieso, y luego le regalo una caricia—. Iremos a la casa grande a recolectar almejas. ¿Recuerdas? Cómo recolectábamos en el mar.

Ella sonríe como alguna vez lo hizo para acompañarme en las noches de mis pesadillas. Ahora que siento su calor y su nostalgia, sé que no la abandonaré jamás, porque hacerlo sería como abandonar una parte de lo que soy, de lo que me ayudó a sobrevivir y me permitió crecer con una gran sonrisa en los labios. Eres parte de mí, mamá, y te prometo que seguiremos juntas hasta el fin de la eternidad.



Cc @fendit @belenguerra

Sort:  
 3 years ago 

Una historia con muy buena secuencia y redacción, te felicito. Un giro donde combinas muy bien el tema de la demencia senil o Alzheimer de una madre que alucina con dinosaurios.

 3 years ago (edited)

Me inspiré en el Alzheimer para elaborar este relato. Quise darle un toque más dramático mostrando una realidad que a veces es verídica. Gracias por leer e interpretar el mensaje. Saludos cordiales.

#affable #venezuela

 3 years ago 

Te felicito. Excelente trabajo, 10 de 10. Hace mucho no me topaba con algo que moviera tanto mis emociones, me transportara y me sumergiera tanto en su historia. Nuevamente, felicidades por tan grandiosa historia.

 3 years ago 

Que bueno escuchar que la historia tocará tus emociones. Muchas gracias por leer.

#affable #venezuela

Estupenda historia! felicidades por incluir los tres puntos del concurso de manera fluida. Incluso se puede sentir como emanan las emociones de la narradora en cada palabra. Muy buen trabajo. Sigue asi! Saludos

 3 years ago 

Muchas gracias por leer @polancowilliam. Mi intención era que el lector sintiera la nostalgia y culpa de la protagonista. Saludos y bendiciones.

#affable #venezuela

 3 years ago 

Congrats on being one of the winners of this week!

We're glad that you're part of the Writing & Reviews family!

WRITING & REVIEWS.png

 3 years ago 

Es un honor participar en sus concursos. Saludos y bendiciones al equipo ❤️.

Coin Marketplace

STEEM 0.27
TRX 0.12
JST 0.031
BTC 67738.65
ETH 3810.43
USDT 1.00
SBD 3.74