Como mi héroe || Por @soldieroffantasy

¿Qué es un héroe? A veces los confundimos con esos personajes de la televisión, con grandes poderes y capas fantásticas. Sin embargo, los héroes de verdad gozan de un poder mucho más valioso que la magia o los rayos láser; porque el auténtico heroísmo contempla un mensaje maravilloso: amor, lealtad, empatía, compromiso y valentía. El siguiente relato está inspirado bajo esta consigna. Espero les guste y puedan reflexionarlo.

Como mi Héroe

_{Imagen descargada de Pixabay y editada con PicsArt}

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Cuando sea grande quiero ser como mi héroe; por las mañanas él me levanta con una hermosa sonrisa, y las chispas del amanecer brillan en sus labios amables y cariñosos. Luego del café burbujeante y los trozos duros de carne, nos aventuramos juntos por el Gran Bosque. Él corta con su magnífica hacha las más enormes bestias de madera para ahuyentar a los helados fantasmas de las noches; según lo que he visto, mi héroe debe tener la fuerza de tres mil elefantes, porque además de llevarme entre sus hombros también carga consigo los grandes pedazos cilíndricos que les arrebata a los monstruos de roble.

Mi héroe no es como un héroe cualquiera; a veces, cuando la mesa permanece vacía y las tripas resuenan, él llora acurrucado en su cama, sollozando el recuerdo de los reyes que alguna vez nos acompañaron en esta choza de bambú y hojas de plátano. Yo lo observo en silencio, solo para asegurarme de que las lágrimas no lo lastimen. Pero él se levanta del colchón de ramas y algodones y, como si nada hubiese pasado, empieza a sonreírme y a prometerme que cazará un buen conejo para la cena. No es nada fácil cazarlos, porque los aulladores que se deslizan por el bosque siempre nos los arrebatan. Mi Héroe dice que ellos son bestias torpes que solo desean comer, y que la gran madre tierra las programó así para la propia preservación de su especie.

“Nosotros en cambio tenemos la habilidad de la inteligencia a nuestro favor. –dice mi héroe, cada vez que observamos a los Aulladores pelearse por los conejos-, Si no la usamos, el lado salvaje ganará y también nos convertiremos en bestias”

Algunos días son difíciles. El hambre se prolonga por días y días, así como el canto de las lluvias y los ensordecedores truenos; pero mi héroe pone la alegría ante el vacío de nuestras panzas. Con un ritmo producido por su garganta y algunos ruidos de los tambores viejos que ocupan la estancia para aliviar las goteras, él compone una música especial para mí, y juntos cantamos y bailamos hasta que las ganas de comer se esfuman de nuestros pensamientos. Reímos, y brincamos, y saltamos como locos sin remedio; y ni la carne de conejo, ni la cálida y suave piel del pan, ni siquiera el pegajoso sabor de la caña pueden otorgarnos tanta felicidad.

La luna nos acompaña rebosante en su luz cuando mi héroe relata algunos cuentos para dormir. Él me habla mucho de los reyes que fundaron este pequeño castillo, jurando proteger el Gran Bosque que les había ofrecido un hogar como ningún otro. Mientras narra el pasado sus ojos se abren como grandes estrellas y yo me contagio de su resplandor fulgurante. Aprieto los párpados para imaginar a esos reyes que mi memoria apenas recuerda, y que los malignos seres del oro nos arrebataron sin piedad.

“Los seres del oro intentan destruir a la gran madre tierra con sus dragones de hierro. –Cuenta mi héroe desde el corazón-. Nuestros reyes intentaron detenerlos, aunque ellos tomaron represalias y los desterraron de este mundo. En su ausencia, solo nosotros podemos cuidar de este hogar; nuestro hogar”

Los seres del oro nunca se rinden, pero ni mi héroe ni yo tampoco lo hacemos. Ellos se infiltran en el bosque con sus dragones de hierro, dispuestos a cortar con sus lenguas afiladas a las bestias de madera para construir sus propios castillos. Usamos nuestra inteligencia para atacarlos, y demostrarles que su salvajismo nunca podrá con nuestras coartadas. Así que cavamos grandes hoyos para que las patas redondas de sus dragones se queden atascadas en el barro. También incendiamos sus campamentos y los asustamos por las noches con el ruido fantasmagórico de nuestras agudas cuerdas vocales. Ellos se retiran, miedosos en sus intenciones, y aunque vuelven siempre terminamos ahuyentándolos.

En cada aventura, batalla, baile o canción la sonrisa de mi héroe me permite llenarme de fuerza; quizás esa sea la razón de mi súper resistencia. Ya no recuerdo la última vez que le dije “Hermano”, porque para mí es mucho más que eso. Tal vez nuestros padres hayan muerto, quizás la comida falte en nuestras panzas, y probablemente la guerra contra los seres del oro se prolongue hasta un futuro lejano. Pero aun así, no sufro en lo absoluto, y eso se lo debo a él; porque solo él me ha enseñado a tener coraje, a llorar pero también sonreír, a ser inteligente antes que salvaje… y a ser tan fuerte como los robles que no se pueden cortan ni con las hachas más poderosas.

Es por eso que, cuando mi cuerpo sea más grande y mis músculos tomen más fuerza, quiero ser como él; como el héroe que me ha enseñado la verdadera esencia de la vida.