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Primeramente, me quedaría admirándola, recordando su inocencia y su mirada llena de sueños y metas. Luego, me presentaría como una amiga muy especial.

Le diría: “Nunca dejes de agradecer por las cosas que tienes, porque las que te faltan, vendrán en el momento perfecto. Sigue brindando tu servicio y apoyo incondicional a todo el que lo necesite, aun cuando sientas que no es recíproco lo que das. La satisfacción es más placentera que cualquier pago material. Si te toca llorar por un desamor o una decepción, recuerda que todo eso es temporal, todo pasa. Pero nunca dejes de creer en el Amor, que es el sentimiento más bello y verdadero que existe. En tu andar, conocerás personas que te brindarán apoyo sincero y otras por conveniencia, igual acepta sus enseñanzas con amor, humildad y respeto”.

Le contaría de mí. Que no me arrepiento de las decisiones que tomé, todas las cosas que he logrado fueron gracias a cada una de esas decisiones. He disfrutado cada experiencia, y he conocido mucha gente que me han hecho crecer como persona. Si me tocara cambiar solo una cosa en mi vida, sencillamente sería haber tomado la decisión de hacer lo que me gusta, sin pensar en el “qué dirán”, así me hubiese evitado muchas lágrimas y decepciones.

Le diría: “No temas al fracaso, porque es igual como cuando resuelves un rompecabezas, vas colocando piezas y piezas, hasta que das con la indicada. Allí está la magia de la vida”.

Le contaría que mi vida cambió totalmente en el momento que decidí amarme a mí misma, valorarme y cuidarme. En ese momento nada ni nadie, podía maltratarme ni herirme, porque yo era tan fuerte como para derrumbarme. De lo único que me arrepiento, es de no haberlo hecho antes.

Me despediría diciéndole: “Agradezco haberte conocido, porque eres lo más especial que ha existido en mi vida. Has estado conmigo, aun en mis mayores momentos de soledad. Me has escuchado, me has aconsejado, me has dado ánimo, me has ayudado a levantarme cada vez que he caído, has celebrado conmigo mis triunfos y llorado por mis decepciones, sin juzgarme ni criticarme. Amo profundamente tu manera de ser. No cambiaría nada de tí, ni te cambiaría por nadie. Amiga como tú, ninguna. Solo Dios sabe que ésta sensación es inexplicable y verdadera”.

_Fuente

Ella, seguramente, se sentirá extrañada de mis palabras, me escuchará con atención, me sonreirá con cariño y me daría un fuerte abrazo.

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Gracias por leerme...

Con cariño.

Anny Martínez