Eran muy jóvenes entonces, pero, aun así, él la miró a los ojos de una manera diferente, Ella sintió que detrás de esas pupilas se movía un universo extraño, aun así, acepto ser la princesa de su reino y cuando fue a sellar su compromiso, apareció su padre y rompió el hechizo con la furia de un padre burlado.

—¿Qué están haciendo mocosos sinvergüenzas?

Así empezó todo y él fue desterrado de aquella casa y se le prohibió volver.

Su padre era un hombre muy severo, le dijo al muchacho que no lo quería volver a ver por su casa, pero después decidió mudarse a otro pueblo y enterrar los sueños de aquellos niños en el olvido, pensando que la distancia le daría mayor seguridad.

El sabía que su madre no lo iba a amonestar, al contrario, ella le habló de la luna y de los misterios que ella albergaba y como una herencia astral intervenía en su crecimiento.

—Cuando hiciste esa promesa, la luna lo vio todo, si ella intervino, te brindó parte de su magia para que esa promesa se pudiera cumplir, el tiempo siempre se encarga de los detalles.
—¿Qué vas a hacer mamá?
—Hijo, ya tienes 20 años, esta noche la luna se viste de rojo y te concederá la luz que necesitas para encontrar el camino, ella será tuya.
—¿Vas a usar magia?
—No hijo, solo voy a alimentar el amor que hay en tu corazón.
—¿Y si su padre, lo vuelve a impedir?
—La fuerza saldrá de la verdad que haya en tu corazón.

Por eso salió, lleno de la magia que el amor le proporcionaba, la luna grande y roja le tendió una alfombra, cuando llegaron los caballos briosos arrastrando una carroza de luz, supo que aquellos niños habían sellado su destino.

—Ahí voy mi niña, hoy es el gran día.

El padre estaba preocupado, había cierto nerviosismo, había tenido sueños que le advertían de un acontecimiento que tenía que ver con su hija.

—¡Dime hija! ¿Qué promesa le hiciste a ese niño, aquella noche?
—Solo vi que en sus ojos había un reino para los dos.
—Entonces lo esperaré, porque significa que cruzaste el umbral de la luna, solo la muerte levantará el hechizo.
—¡No lo hagas papá! yo te prometo…
—¡No prometas nada! Tu madre ya no está para ayudarme y tu destino no puede ser al lado de ese hombre, lo mataré.

Ella no dijo nada y corrió a su habitación, se asomó por la ventana, vio como la luna se levantaba, era roja y muy grande y también vio una luz que iba cruzando entre las montañas. Su cuerpo tembló.

—No vengas, mi padre te está esperando, no quiero que mueras.
—¡Hija cierra la ventana! —grito desde afuera su padre.

La noche se hizo truenos y relámpagos, en la carrera de los caballos, arrastraban estrellas a su paso.

—Ven, te estoy esperando, aquí se acaba todo, no podrás conmigo demonio de la magia, yo también se pelear en tu terreno.

El carruaje se detuvo estrepitosamente, levantando el polvo del camino, él Joven saltó y armado de una espada de luz se fue contra el padre de su amada, Ella salió de repente a interponerse entre los dos y ciegos por la furia, cortaron la luna en dos, y cuando se dio cuenta de lo hecho, cayó de rodillas y vio como la luna recogía dos cuerpos fusionados por la luz.

Cuentan que el padre en cada plenilunio le grita a la luna que le devuelva a su hija, cuentan que las montañas se estremecen. Cuentan que la luna vierte lágrimas de sangre.