Ejercicio dramático en un acto.
Personajes:

La madre, mujer de unos cincuenta años.
Hijas: Rosa muchacha joven como de 18 años y María, mujer de unos 20 años.

Viven en un barrio de una ciudad latina, la escena transcurre en la sala de la casa, tiene ventanas que dan hacia la calle.
La madre aparece sola en escena y está sentada, arreglando un pantalón, son las siete de la noche, se oyen disparos.

MADRE (Levantándose bruscamente, muy nerviosa): ¡Son disparos! ¡esos son disparos! ¡ay Santo Dios! ¡María, María!
MARÍA (Entrando): ¡Mamá, esos fueron disparos! ¿Verdad?
MADRE: Sí, creo que sí
MARÍA: ¿Qué estará pasando allá afuera?
MADRE: No se te ocurra salir, vas de curiosa y no se sabe qué puede pasar, ¡Dios mío, por qué tengo que pensar así! Deberíamos irnos de este barrio, no aguanto más.
MARÍA: No se oye nada mamá…
MADRE: El silencio es peor hija, porque no nos dice nada.
MARÍA: Pero, ¿adónde vamos a ir mamá, a otro barrio peor que esté?
MADRE: Tenía que haber hecho caso a mi marido, siempre me decía, vámonos al campo, allí podemos sembrar, criar animales, vivir una vida más tranquila.
MARÍA: Yo no quiero irme al campo, no te das cuenta las ciudades son diferentes, hay otras oportunidades.
MADRE: Si, otras oportunidades y en cualquier momento entra una bala y se encuentra con una de nosotros.
MARÍA: Solo hay que saber vivir mamá.
MADRE: Pues sí esto es vivir, prefiero estar muerta, no te das cuenta, ya son todas las noches, todos los días, no dejo de pensar en mi otra hija, en mala hora se fue con ese tipo, ¡ay Diosito! ¡qué pecado estaré pagando! (Golpean la puerta)! ¡Dios! ¿Qué pasa ahora? qué no sea nada malo.
MARÍA: Parece la voz de Rosa
MADRE: ¿Cuál Rosa?
MARÍA: Pues tu hija…
MADRE: Con los nervios, olvidó hasta los nombres, ¡corre y ábrele!
MARÍA: Sí mamá. (La madre se persigna y eleva la mirada, apretando los puños, entra Rosa)
ROSA: ¡Mamá! ¡Mamá! (se abrazan)
MADRE: ¿Qué te pasa hija?
ROSA: ¿Escucharon los disparos?
MARÍA: ¡Claro, casi parecía que era aquí al frente de la casa!
ROSA: ¡Es la banda del Chato, buscan a Roberto!, a mi Roberto.
MADRE: Tenía que ser ese vago, Yo te lo dije, ese es un sinvergüenza, un malandro.
ROSA: Mamá, no es hora de reproches.
MADRE: ¿Y cuándo es hora? ¡Dime!
MARÍA: ¡Mamá no te ciegues!
MADRE: No me ciego, pero muchas veces se lo dije, esa amistad no era buena, que no dejara el liceo, que pensara en estudiar… pero se enamoró de ese vago y ahí están las consecuencias.
ROSA: Sí mamá, tal vez cometí un error, pero ahora de qué me sirve que me lo eches en cara… me lo quieren matar
MADRE: ¿Y qué esperabas? Que le dieran una condecoración, en esa profesión no se conoce la vejez.
(María se asoma a la ventana con mucho cuidado)
MARÍA: Es la policía, van con las armas en la mano.
ROSA: ¿A quién persiguen?
MARÍA: No puedo ver, están del otro lado, van hacia el callejón.
ROSA (llorosa): No será a mi Roberto.
MADRE: Si la policía lo persigue, no es por bueno, ¡Quién sabe en qué lío se habrá metido!
(Se vuelven a oír disparos, los personajes quedan estáticos y bajan las luces, luego Rosa y María hablan al público y al mismo tiempo dialogan entre ellas.)
ROSA: Pero si Roberto es un muchacho chévere, divertido.
MARÍA: Ese muchacho anda en malos pasos Rosa.
ROSA: Eso es mentira, a la gente le gusta hablar mucho, lo que pasa es que, a él, le gusta divertirse.
MARÍA: Ayer no entraste a clase, la profesora llamó y le contó todo a mamá.
ROSA: Él me invitó a tomar refrescos y comer algo.
MARÍA: Mamá te mandó a estudiar, quiere que seas una profesional.
ROSA: No seas tonta hermana, hay que divertirse, la vida hay que gozarla, somos jóvenes.
MARÍA: Rosa, ese tipo anda en malos pasos.
ROSA: A mí me gusta y no me importa lo que digan.
(Se quedan estáticas y habla la madre)
MADRE: Uno sabe cómo son las cosas, por eso aconsejo a mis hijas, es que la vida me ha golpeado tanto y no quiero eso para ellas, pero, Rosa es terca, malcriada, si mi marido estuviera aquí, pero se fue temprano de este mundo, yo tengo que salir a trabajar en lo que consiga, para que ustedes puedan vivir mejor (se dirige a sus hijas), y con eso me pagas, yéndote con ese vago por ahí, quién sabe adónde, no entras a clase, ¿qué es lo que tú quieres hija?
ROSA: ¡Divertirme!
MARÍA: ¡Rosa, escucha y respeta a mamá!
MADRE: Nunca te voy a aceptar a ese hombre.
ROSA: Pues no me importa.
(María se asoma a la ventana)
MARÍA (nerviosa): ¡Alguien viene para acá!
ROSA: ¿Quién?
MADRE: ¡No abran la puerta!
MARÍA: Es Roberto, viene corriendo hacia aquí. (Se vuelven a oír disparos)
ROSA: ¡Abre la puerta mamá!
MARÍA: No (Apesadumbrada), ya no va a poder entrar.
MADRE: Lo mejor es irnos a otro lugar, aquí no se puede vivir. (se persigna,
María y Rosa se abrazan llorando)