El día de ayer, un enorme árbol con muchos años de vida, cayó justo al lado del río Manzanares, que atraviesa la ciudad desde el sur hasta el norte. Una ceiba, que supongo ya tendría alrededor de cien años allí sembrado, se desmoronó, aparentemente por la debilidad que sus raíces ya tenían, Lamentable que nuestros árboles, que surten de oxígeno al planeta, tengan que caerse sin intervención alguna. Mi hija Victoria y yo, que veníamos de hacer una diligencia por el centro de la ciudad, nos topamos con este gigante atravesado a la orilla del río.

      Lo sorprendente de este fenómeno es que, según lo que pude observar y se ve en las fotos, las raíces de este gigantesco árbol ya estaban carcomidas, casi no tenía raíces. Esto, presumo, se debe a las muchas intervenciones que se han hecho alrededor este y de otros árboles de esa zona, consistentes en asfaltados, construcción de aceras y de bancos de cemento que, obviamente, fueron debilitando y mutilando el crecimiento de las raíces.

      Afortunadamente, el árbol en su caída no dejó víctimas de ningún tipo, aunque sí logró destrozar un par de bancos que habían sido construidos a su lado hace unos pocos años.

      Bueno, aunque ni ni hija ni yo esperábamos algo fuera de lo común cuando salimos, nos tocó apreciar algo muy raro como es la caída de un árbol enorme en un lugar céntrico de cualquier ciudad, en este caso, de la nuestra, Cumaná. Queda la reflexión sobre la urgente necesidad de preservar a los árboles, que son la única fuente reproductora de oxígeno sobre nuestro planeta para que cosas como esta no sigan ocurriendo. Ojalá! Saludos para todos!