Las cenizas del bastón fue la novela ganadora del Concurso Cumaná 500 años, organizado por la Alcaldía del Municipio Sucre del estado Sucre, Venezuela, en el año 2015, para conmemorar los primeros 500 años de fundada de Cumaná, ciudad considerada Primogénita del Continente Americano.

Ópera prima de Eva, Las cenizas del bastón, es una obra literaria contada en dos tiempos, con idas y vueltas desde el presente al pasado, y viceversa, muy bien escrita, con un profundo contenido humano que se desarrolla entre los recuerdos familiares de Cumaná y la confrontación de dos hermanas, Eleonora y Anastasia, en Villa Rumorosa, una ciudad imaginaria de España.

Es un retrato de familia dibujado con los recuerdos de ellas (que se aman a pesar de todo), pero que se encuentran unidas y separadas al mismo tiempo por el recuerdo apagado de un accidente ocurrido en la infancia, cuando ambas recogían flores en el patio de su casa cumanesa y una cae accidentalmente en un pozo. El suceso quedará agazapado entre las sombras pero latiendo con viveza en la memoria de las niñas influyendo notablemente en el desarrollo del carácter de cada una de ellas.

Los nudos de la culpa se desatarán años más tarde cuando Anastasia, en un viaje a España, entra en contacto con Aetos, un mago muy vigoroso que posee la profunda mirada del águila, el místico animal que todo lo ve, el “yo” omnipresente que todo lo conoce; quien iluminará las zonas oscuras de la memoria con el poderosísimo sortilegio de la magia.

En ese encuentro la causalidad toma la forma de un bastón extraviado en los pasillos del azar. Ese objeto de poder será el hilo conductor de la historia entre las dos hermanas y la madre que las observa casi siempre desde la ausencia. El bastón servirá como talismán para que Anastasia y Eleonora se enfrenten a su interioridad y a su destino hasta lograr la redención.

Amigos lectores, les recomiendo ampliamente la lectura de Las cenizas del bastón, novela de ficción construida como ofrenda a la hermandad y la magia del amor tallada delicadamente por las manos de Eva Gavilán con filigranas de poesía.