La revelación de un heraldo

in Writing & Reviews3 years ago

La revelación de un heraldo

Autor: @nachomolina2
Original Poetry

***

En su quimera. Ensueño del más profundo trance. A mitad de una ligera pernoctación e incómoda estancia, extendido, a largo, en un viejo catre. Su letargo nocturno fue interrumpido como de costumbre, súbitamente, por la molesta y repentina apnea crónica.

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Sintió al incubo destrenzar del cuello las falanges. Luego, librado de la asfixia. Vio, como éste bajó del jergón, sagaz, hincado a contrapelo desde el centro de su pecho. Hasta que finalmente huyó despavorido, cual pequeña gárgola, perdiéndose entre la oscuridad.

***

De esta forma. Presenció el fin de los tiempos. Su propia expiración mostrada a razón de la parálisis del sueño. En una extraña manera, por demás, perturbadora y realmente fantasmal...

Un heraldo, apareció ante él, corno y descarnado, mostrándole a voces el mensaje proveniente del más allá, a su vez, le conminó a escribirlo.

Confeso. Ante la junta de los ancianos. En franco testimonio de lo ocurrido. Pidió la anuencia del concejo ante su revelación. Distinguió también, valga su osadía y aventurada proclama ante la ley, que su cruel destino en la cuchilla, por motivo del juro, se hizo inminente.

Aun así, lo aceptó, con honor...

***

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Y fue un heraldo como voz de serafín, augurio de la misma muerte.

Prófugo del frenesí llevado ante el zócalo... En espera de su arrojo. El heraldo, con la más evidente perversión, esbozó en la mueca de sus labios una sonrisa malsana. Un hosco pensamiento, nublo, sujeto irremediable al escarnio, le maltrataba cada vez que el heraldo dirigía hacia él, la mirada.

Preguntándose incansable; ¿Cómo cumplir con el dictamen?, encomienda del heraldo.

No logró nunca comprender el porqué de la subasta de su cuello por obra de la simple presunción. No halló razón a su acusación de impío, sencillamente, por oír la voz de la muerte.


***

Deliró en su pensamiento:

"¿Cómo la ley divaga en su proceder?, ¿Cómo, su delectación, hace de lado los designios del cielo?, dijo, al imaginar su cabeza rodando y cayendo luego en la cesta, dado, su sola confesión..."

Solo una interrogante más, embebida en el mayor misterio, cruzaba en el arrebato de su mente. ¿Cómo escribiría el poema negro?, ¿Cómo haría réplica de la palabra del heraldo?, estando en genuflexión ante el patíbulo expiatorio, imperdonable, a punto de ser degollado y tan lejos de la salvación.

***

Así fue. Confuso desatino, de alguien que no tiene remedio. Surgió el manifiesto inexplicable, escrito en la más pura tinta. El alegato cobarde, atisbo de un heraldo, firmado a su vez con su propia sangre.

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Y fue su mano tomada como guía, augurio de la misma muerte. Cuando sin saber, comenzó a escribir el poema laudo, maldito, desazón de un mundo capaz de todo por contrariarlo.

Usando sus propios dedos como esgrima. Flageló la carne, ensartando las uñas en el huraco a pie de cadalso. Trazó a cálculo, sin poder mirar, con el aflujo de la sangre. Aquella frase epistolar que resumía, a grandes rasgos, la revelación concebida del heraldo:

Revelación.

"Ni aun así, obstante, a la renuente verdad, ni en el ensueño, te garantiza, la ley, una muerte honorable..."


Gracias a él, al heraldo. Cayó en manos de la masa su apología. Escrita en defensa de un sueño. Siendo la masa, tumulto de impensable, sinrazón. La masa, no actúa por si sola, la masa, es un convenio inmisericorde de caprichos. Capaz de condenar a un hombre, solo por tener un sueño, oportunamente revelador...

***

De puño y letra. Se había sentenciado a sí mismo. Condenando su espíritu, por confiar en la ley del hombre, su epifanía noctámbula.

Antes de caer la guillotina, se refirió por última vez a los ancianos:

"¿Qué es más divino? Ciertamente, la voz de un ángel. Incorruptible. ¿O el onírico arrebato de un sueño vívido? Un sueño tal cual como el que yo he tenido, el cual, enviado desde más allá por un heraldo, ningún daño hace a alguno de ustedes, pues, solo tiene que ver conmigo... ¡Sin nada más que agregar, ahora procedan!"

***

Así, concluyó la junta del concejo. Y se tomó la siguiente decisión unánime, acorde con el caso:

"¡Serás condenado a la Horca. Por atreverte a soñar, tu propio fin, en la cuchilla!..."

Fue el vaticinio de su devenir. Donde ni la renuencia a la verdad surtió efecto alguno en su sentencia.

Sin embargo, a pesar de la torpe resolución emitida por el cabildo abierto, el concejo de ancianos y por la masa de pobladores, todo esto, procuró así, el cumplimiento inescrutable de la revelación.


FIN

@nachomolina2
Contenido original

Venezuela
2022




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