Con ambos pies aún en la barandilla, en el piso más alto de la Torre Eiffel, este monumento tan hermoso, considerado durante muchos años como el más alto del mundo, y que se encuentra dentro de las 7 maravillas; aquí donde pensé que pasaría mis mejores días, se convirtieron en realidad en los peores. La brisa azota fuerte a esta altura, siento mi cuerpo temblar y mis dientes castañear, es de esperarse a tan bajas temperaturas. Me miro las manos, un líquido rojo corre entre mis dedos. Sollozo cuando su imagen aparece de nuevo en mi mente. No aguanto más. Echo pie delante y dejo que la fuerte brisa me empuje, pierdo el equilibrio... Y después solo un azote.

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Pero... Déjame explicarte cómo llegué hasta aquí.

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Dos Años Antes

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Crecí en una buena familia, no éramos ricos, pero tampoco nos faltó nada; mis padres trabajaban duro día a día, yo era su única hija, y su prioridad siempre fue sacarme adelante.

Mi padre era profesor en la universidad, especializado en el área de filosofía y lingüística, por lo que crecí rodeada de libros. Desde muy jóven desperté una pasión que él consideraba increíble, además de la curiosidad por explorar lo que se encontraba más allá de nuestro pequeño pueblo. Los años pasaban y, así como yo crecía, mi amor hacía el arte y la historia aumentaban. Con mucho esfuerzo y el apoyo de mi familia, logré conseguir una beca para estudiar la Universidad de Oxford. Fue un enorme logro considerando que las posibilidades para la población latinoamericana no son altas, incluso en la década de los 80. Así que tanto mamá como papá dispusieron de todos sus ahorros para ayudarme con los gastos de viaje y empezar mi nuevo camino. Sin embargo yo era aún muy joven, había muchas cosas que no conocía, estaría en un país desconocido y no sabía ni siquiera como eran sus habitantes... Me encontraría todo tipo de sorpresas.

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Mi primer año fue excelente, había aprendido muchas cosas en la universidad, me la llevaba bien con mi compañera de habitación, había conocido algunos lugares y pasado por los diferentes edificios de la facultad. Sin embargo me encantaba estar en la biblioteca. La verdadera aventura que llevó todos mis planes futuros al caos, empezó una noche de octubre del 83. Vanessa, mi compañera, insistió en que fuese a un concierto con ella, a pesar de que tenía que estudiar terminé por acceder.

Esa noche el estadio estaba lleno, se presentaba la banda más exitosa para ese entonces, The Police. Había mucho ruido y todo el sitio vibraba con los gritos de emoción de la gente. El trío se hizo presente en el escenario, podía ver a mi compañera emocionada. La música comenzó a sonar, y el ambiente se sentía tan fresco que al poco tiempo me contagié y comencé a saltar junto con los demás. El sencillo que había escuchado varias veces desde el viejo reproductor de Vanessa 'Every Breath you Take', a veces me reía porque ella decía que era una canción de amor, pero parecía más bien algo triste la letra.

Sin darme cuenta la estaba cantando y crucé miradas con un chico a mi lado, rizos negros y profundos ojos grises, fue lo primero que pude distinguir. Me sonrojé y aparté la mirada, él solo río pero siguió en el espectáculo. Aún recuerdo cómo a la salida del concierto nos ofreció ayuda para salir, ya que la multitud se acumulaba en las puertas y era casi imposible, fue muy amable. En el dormitorio Vanessa no paraba de decir que no me quitaba los ojos de encima.

¡Coincidencias de la vida! A los pocos días descubrí que el chico también estudiaba en la Universidad, en la facultad de artes, era dos años mayor que yo solamente, se veía muy dulce y siempre sonreía, a pesar de que solía vestirse con ropa oscura y siempre llevaba algún suéter o sudadera que cubría hasta la mitad de sus manos. Comenzamos a vernos seguido, al principio en la biblioteca, luego bajo un viejo roble que se encontraba en el campus, siempre dibujaba allí y a mi me encantaba observarlo.

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Me convertí en su modelo favorita, me reía cómo tonta cada vez que me hacía cumplidos y mostraba algún dibujo dónde me vestía como una de esas diosas griegas. Una tarde muy peculiar me preguntó que era lo que más soñaba, a pesar de que no solía ser una persona muy expresiva o romántica, le dije que me encantaría visitar París, y cenar en el restaurante de la Torre Eiffel con alguien muy especial. Él sonrío ante mi respuesta y se acercó, acomodando mi cabello detrás de mi oreja, y prometió cumplir todos mis sueños, dijo que todo era posible si permanecíamos juntos.

Loren era el nombre de aquel del que me enamoré... Lo hice de la forma más loca que puedas imaginar. Estaba encantada. Amaba las risas que compartíamos, los besos, las caricias, las promesas, los susurros entre cada beso. Disfrutaba verlo pintar y pasar el rato con él. Aprendí muchas cosas a su lado, a amar, a ver la belleza que otros no notaban en la naturaleza, a ver siempre el lado positivo, a sentirme mujer... Pero sobre todo, que a veces hay personas que son un engaño, que existen máscaras que no vemos.

Fue a finales de mi segundo año de universidad, cuando para celebrar, me invitó a una cena muy elegante, cantamos 'Every Breath you Take', famosa canción con la que cruzamos miradas una noche. Al final de la velada me mostró dos boletos para ir a París, estaba muy emocionada de saber que compartiría esa experiencia con quién, yo creía en ese entonces, era el amor de mi vida. 'Un sueño hecho realidad' fue lo que pensé, pero ese no era el sueño que se iba a cumplir.

Emocionada llegué hasta donde estaba mi compañera, pero no la encontré en el dormitorio. Durante la siguiente semana tampoco la vi ni supe de ella, y sus cosas no se habían movido de lugar, era muy extraño. En fin que las vacaciones llegaron y yo tomé el vuelo a París junto con mi Loren, fue muy emocionante estar en el avión; al principio fue un poco engorroso entrar, ya que él tuvo que llevar a la parte de atrás una bolsa grande donde llevaba sus pinturas favoritas, las cuáles según él, no dejaba atrás nunca.

Vimos películas románticas y leímos cosas sobre París y su impresionante historia, así como la del monumento más famoso de la ciudad. Quería conocer tantas cosas. Al aterrizar, apuré a Loren para irnos de una vez y aprovechar el día, pero él dijo que lo esperara afuera ya que debía ir por sus pinturas. Yo acepté y me adelanté para esperarlo en la entrada del aeropuerto.

Ese primer día fue como un sueño, todo parecía mágico, fuimos a comer en varios sitios famosos de la ciudad, dimos un paseo por el lago, ví a Loren dibujar diferentes sitios y vistas espectaculares, bailamos al son de unos músicos que tocaban en la calle, tuvimos una cena romántica en un lujoso restaurante y pasamos una velada inigualable en el hotel.

Realmente todo se veía hermoso. A partir del segundo día, las cosas empezaron a cambiar. Loren se iba a menudo porque decía que tenía unos asuntos pendientes y debía comprar algunas cosas para nosotros, pero se iba solo. No me dejaba ver sus pinturas y se molestaba si intentaba dar un vistazo. Se estaba poniendo más frío, lo cuál no entendía. La noche de ese segundo día me calmé por un momento porque me llevó una sorpresa y de nuevo sentí que todo estaba bien. Pero...

La tarde del tercer día, mientras Loren salió a "resolver unos asuntos", tuve la osadía de revisar la bolsa donde guardaba sus pinturas favoritas, las saqué una por una, eran cinco (5). Se trataba de unos retratos, todos de mujeres, uno era solo el rostro; otra posaba desnuda del torso para arriba cubriendo con sus manos la zona de los pechos; otra estaba de espaldas pero con el rostro ladeado para ver quién estaba detrás; la siguiente con un rostro triste, parecía acariciar su cabello y estaba dibujada desde el pecho hacia arriba; la última, se notaba que estaría acostada en algún mueble, con trazos más finos, y cubriendo su rostro con ambas manos.

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A pesar de que eran distintas y sus poses variaban, había algo muy peculiar en todos los retratos, y que los hacía semejantes. Todos y cada uno estaba pintado con un color rojizo, muy intenso en algunas partes, y más claro en otras, pero eran de un carmesí que llamaba la atención de cualquiera.

Revisé la bolsa de nuevo y encontré algo al final, un cuaderno con la portada de cuero, un libro de notas. Cuando lo abrí, los escritos que allí se encontraban, hablaban sobre una mujer, de cabello negro y ondulado, describía una historia muy bella pero con oscuros secretos ocultos en lo más profundo de su ser. Relataba diversos detalles de su vida y como si el narrador la viviese en carne propia, o la estuviese acosando; lo siguiente es sobre cómo conoce a un hombre que la saca de su monotonía y la lleva a conocer esos lugares que tanto deseaba.

Lo siguiente fue algo horrible, describía a detalle como la envolvió en un juego que fue acabando con ella, como se fue desangrando en sus manos debido al arma blanca que poseía en sus manos. Según lo que estaba escrito, lo que más le interesaba a él era la sangre, así que la conservó.

Las siguientes páginas eran relatos similares al anterior, con una que otra variación, pero todos acababan igual. Cada vez que leía se ponía más terrorífico. No dejaba de preguntarme porque Loren guardaría un cuaderno así. Algo hizo clic en mi mente después del final de la 5ta chica; voltee a ver los retratos de nuevo. A pesar de que eran de un solo color, sus facciones, características, rasgos faciales, todas se parecían a lo que el autor describía en las páginas. No sé especificaba como conservaba la sangre, pero decía que lo hacía. Tracé con un dedo las líneas del primer retrato. ¡No! No podía ser algo así, es imposible. Abrí el cuaderno de nuevo y no pude creer lo siguiente que encontré.

Mi nombre... ¡Mi nombre estaba allí escrito en las siguientes páginas! Podía ver claramente, en plumón negro "Sairé Mendoza", el relato comenzaba igual que los anteriores, describiendo de dónde venía, lo que hacía, cuáles eran mis clases, como me la pasaba en la biblioteca, las expresiones que hacía al leer los libros... Todo, todo estaba allí como si estuviese persiguiéndome desde el inicio. Sin embargo aún no estaba escrito el final. Las mujeres anteriores murieron de formas terroríficas, todas por armas blancas, pero en diferentes maneras. Yo debía cambiar mi final, no podía permitirme acabar así, no después de todo lo luché para llegar a dónde estoy... ¿Cómo no noté en lo que me metía antes? Ahora no parecía coincidencia haberlo conocido en aquel concierto de The Police. No... ¡No!

Debía hacer algo, pero en ese momento no sabía qué, no tenía como regresarme a Inglaterra, el dinero, mi pasaporte, todo lo tenía él, dejé que él lo guardara. Se aseguró de acorralarme. Debía hallar una forma. Empecé a empacar mis cosas, pero no me di cuenta que estaba anocheciendo. Estaba mirando las pinturas una última vez y escuché la puerta del cuarto. Cuando me di la vuelta ahí estaba él, y tenía unas cadenas en las manos.

• ¿Que diablos haces? - preguntó. Su vista se fue hacia las pinturas - ¿Por qué no están en su bolsa? ¡Te dejé muy en claro que no debías tocarlas!

• Yo... Yo, lo lamento, es que... - estaba realmente asustada, ¿Cómo iba a escapar ahora?

• Jamás debiste ver eso.

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Su tono fue totalmente frío. Tomó una de mis muñecas y me arrastró fuera de la habitación. Intenté zafarme, luchar, empujarlo, pero nada servía. Nuestro hotel quedaba casi en frente de la torre Eiffel, así que no nos llevó mucho tiempo llegar hasta allí. Me dijo que me quedara quieta si no quería problemas y por miedo le hice caso. Habló con el guardia que nos permitió pasar, mientras entrabamos le di una mirada rápida al guardia de auxilio, esperando que entendiera; lo último que pude ver fue como levantaba el teléfono antes que el ascensor terminara de cerrarse.

Estaba empezando a asfixiarme, la ansiedad me atacó y comencé a hacer un montón de preguntas que irritaron a Loren. Cuando ya estaba totalmente molesto me estampó contra la pared, su mirada era completamente distinta al hombre que había conocido, había odio, perversión, perturbación. Estaba asustada. Sacó una navaja de su bolsillo y la deslizó por mi garganta, pero no hizo ningún daño.

Tragué grueso, pensando en que es lo que estaba haciendo. El ascensor se detuvo por un momento como si alguien estuviese llamando, él se volteo para mantenerlo cerrado y aproveché su distracción para empujarlo a la otra pared. Forcejeamos por un rato, sentí el dolor, la rabia, la decepción de todo, porque él me había engañado, me había usado, había convertido mis sueños en una pesadilla. Me trajo aquí con promesas de cumplir mis deseos, y realmente iba a cumplir los suyos... Sus perversos deseos. Logré quitarle el arma y lo apuñale con todas mis fuerzas en el pecho, una y otra vez. Luego ví como empezó a correr la sangre, Loren me dio una mirada perpleja antes de terminar de estamparse en el suelo y quedar en blanco, totalmente. Me apoyé en la pared al otro lado respirando agitada, cuando entré en razón no podía creer lo que había hecho, lo que había pasado. Esperé que el ascensor llegara al último piso y salí corriendo.

Aquí estamos. En el piso más alto de la Torre Eiffel, sobre una de las barandillas que rodea el borde del piso. A bajas temperaturas, a unos 300 metroso del suelo, con el viento azotando de aquí allá, haciendo que mi cabello golpee mi cara. Mis manos y mi ropa están llenas de sangre, lo que solo me recuerda porque me subí aquí, y como se arruinaron todos mis sueños. Escucho unas sirenas en la distancia, y veo pequeñas luces parpadeantes al final, en el suelo, pero son tan pequeñas que no las distingo. Incluso algunas nubes rodean la cima de la torre. No aguanto más, el dolor y la decepción me golpean de nuevo, y el frío entumece mis músculos. Echo un pie delante para acabar con todo esto, pero justo el ascensor se abre y unas manos me agarran. Caemos al suelo dentro de la torre, siento el golpe del frío piso, comienzo a llorar y a gritar como loca, totalmente perturbada. "Acabó" "Ya se terminó" "Todo está bien" "No estás sóla". Fue todo lo que pude oír al final.

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TRES AÑOS DESPUÉS...

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Me encuentro sentada en la mecedora que está en el porche de la casa de mis padres. Escribo en un diario las cosas que recuerdo; hago una lista de lo bueno y lo malo en mi vida, es un ejercicio que me dejó el terapeuta, dice que me ayudará a centrarme en las cosas positivas y echar lo negativo a un lado. El día que ocurrió todo en París y mi antiguo novio murió, la policía llegó, el guardia había notado mis señales y llamó a emergencias de inmediato; un paramédico que subió a toda prisa por el segundo ascensor me salvó de acabar con mi vida en la torre.

Era obvio que fui yo quien acabó con la vida de Loren, pero dado su historial y que el guardia abogó por mi y se dieron cuenta que yo estaba en peligro, me dejaron ir y volver a Londres. Resulta que aquel hombre era hijo de un asesino serial que había sido buscado por Europa durante muchos años, y después de su muerte, el hijo quiso seguir su legado. Al rededor de 4 años ya había matado a 5 chicas que venían de países extranjeros. Además, asesinó a Vanessa, ella se había dado cuenta de sus intenciones y quiso advertirme, pero él acabó con ella antes de poder decir algo.

Al regresar a Londres comencé terapia psicológica y estuve un tiempo siendo atendida por un psiquiatra quien me recetó un medicamento para la depresión y poder soportar todo lo que pasaba. Continué con mis clases y me gradué de la universidad de Oxford. No fue un camino fácil, pero aunque aún solía tener pesadillas en las noche, en el día luchaba por mantener la cordura y abrirme paso en el mundo, para que nadie más pueda de nuevo, tergiversar mis sueños.

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¡Hooolaaa! Muy feliz día para todos. Un placer poder formar parte de esta comunidad y tener la oportunidad de participar en tan gran gran concurso. Hasta aquí les dejo mi pequeño relato, lo hice con mucho cariño y desde mi imaginación, espero les guste.