CONCURSO CULTURAL: El Médico de los Pobres.

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El Médico de los Pobres.

En Venezuela hay muchos fieles devotos a diferentes santos; mi abuela era una de ellas. Tenía un pequeño altar en un cuarto con varias fotos, imágenes esculpidas y ofrendas que iban desde flores, hasta velas derretidas por las peticiones, o gracias a los favores concebidos que hacían sus deidades.

Yo era un niño de unos 10 años, y a veces me asomaba en ese pequeño cuarto con discreción; había estampitas a las “ánimas benditas del purgatorio” las cuales estaban encomendadas a cuidar la casa cuando ella tenía que ir a trabajar. Yo, por supuesto salía espantado, y cuando ella salía me iba a casa de una vecina que tenía un niño de mi edad.

Pero, mi abuela Petra, tenía un santo que veneraba con fe y devoción: El doctor José Gregorio Hernández.

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Mejor conocido como “el medico de los pobres” destacó por sus aportaciones al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela, la generosidad con la que atendió a pacientes de bajos recursos y su fe religiosa. Era oriundo de una pequeña localidad de Isnotú, en el estado Trujillo, en el centro-oeste de Venezuela, en 1864, pronto destacó en los estudios y fue enviado a Caracas, donde se graduó en Medicina con excelentes calificaciones en la Universidad Central de Venezuela, un alma mater conocida con las siglas, UCV.

Mi abuela Petra tenía una imagen de él arriba del copete de la cama, en una mesita de noche del cuarto, y varias figuras de distintos tamaños en su altar acompañado de dos poderosas fuerzas icónicas: el cuadro de Jesús de Nazaret y San Miguel Arcángel, el santo que pisa todo lo malo. Una triada para sanar a los enfermos cuando ella los atendía en la comunidad con sus oraciones, yerbas y aceites aromáticos. Pues, sí, ella atendía a algunas personas con erisipela, por ejemplo, que es una enfermedad de la piel, muy fácil de reconocer debido al enrojecimiento de la zona afectada y por el fuerte dolor que provoca la afección.

Yo de curioso veía como la curaba: agarraba 7 sapos, rezaba, untaba el aceite en la zona afectada y a la misma vez pasaba la panza de un sapo por ahí. Era un tratamiento de 7 días. Luego guindaba los sapos como quien guinda una ropa en el tendedero y los animales se iban secando tal cual como lo hacía la infección del paciente.

Al igual que mi abuela (claro salvando la distancia) El doctor Hernández lo que le hizo ganar fama entre los sectores populares fue su labor en la consulta, ya que atendía gratuitamente a los enfermos pobres. Era también un ferviente católico y por dos veces intentó ordenarse sacerdote.

En muchos hogares venezolanos se adornan figurillas con la imagen del doctor enfundado en un traje de chaqueta, con el bigote y el sombrero negro que todos en Venezuela reconocen al instante. También puede notarse junto a las camas de los enfermos y las tumbas de los difuntos, para quienes sus seres queridos reclaman protección.

Una parte de nuestra cultura está arraigada a sus milagros. Son muchos los que atribuyen a los favores de José Gregorio el haber superado graves problemas de salud.

Hoy en día, El Doctor José Gregorio Hernández, será beatificado por el papa Francisco para elevarlo a santidad

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Yo le debo mucho, pues, una petición que hiciera mi madre cuando era pequeño me salvó la vida, así que no falta quien le agradezca por su curación milagrosa.

Tiempo después, ya de más edad, fui a Isnotú, ahí está su santuario en el municipio Betijoque, y cumplí con mi presencia ante él, además de ofrendarlo en silencio.

Mi abuela decía: "Siempre que me duele algo, le pido, y me alivia".