Felicidad

in Writing & Reviews3 years ago


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Fotografía: Amor, Felicidad, Luz y yo

Tenía yo 2 años y medio (Si, me acuerdo clarito). Mi mamá me llevaba a un hogar de cuidado diario, porque necesitaba ir a trabajar. Cómo cualquier otra mujer luchadora de la clase obrera. Había una de las cuidadoras que era una coño de su madre, para que nos "quedáramos quietos", comiéramos o durmiéramos nos asustaba y amenazaba sacándose la dentadura, ya que usaba una plancha, supongo que por haber perdido los dientes. Aquel hecho para un niño de esa edad era simplemente una escena de terror absoluto. Lo siguiente que recuerdo era yo huyendo por debajo de las mesas y llegando a la puerta aferrándome a las rejas gritando: "Mamáááááááá". Madre no te culpo, sé que sufrías tanto como yo y hoy en día gracias a todo tu amor y el de padre, hoy no soy una mala persona (eso pienso) ni estoy traumado por esas cosas.

Ya un poquito más grande recuerdo una noche que estando en el "El Tamarindo" (No es el barrio más bonito del Estado Miranda-Venezuela”) Miraba desde el cerro hacia la calle cuando un carro se detuvo frente a un sujeto y lo ajusticiaron a sangre fría en cuestión de segundos.
En ese barrio me curtí de un par de cosas. Yo, que siendo un niño más de su casa, más mimado, más educado, me mezcle entre niños que habían visto, escuchado y sentido cosas que un niño no debería experimentar.
(Hogares disfuncionales, alcohol, cigarrillos, drogas, sexo, violencia, trabajo y definitivamente no mucho amor)

Esas experiencias y muchas otras no fueron totalmente negativas, porque gracias estar en un hogar equilibrado, bueno y amoroso, en vez de hacerme daño me hicieron más fuerte mentalmente. Aprendí pronto a diferenciar entre las nociones del bien y el mal. De hecho, me dieron el ejemplo de las cosas que no se deben hacer con nuestros niños y niñas.

A fin de cuentas, mi infancia no fue para nada mala. No estuvo ni cerca de parecerse a infancias verdaderamente desgraciadas. Madre por supuesto que también recuerdo todo lo hermoso. Ahí mismo en el tamarindo, todo el amor que derramaba mi abuelita y sus tortas inigualables de vainilla. Recuerdo mis bicicletas, mis patines, mi Nintendo, todas las películas que me alquilabas. Recuerdo el hogar en "Catia la Mar" y las aventuras vividas.

Desarrollé la empatía hacia esas tristes realidades y aprendí la importancia de una infancia feliz. Por eso hoy día una de mis principales fijaciones es brindar la mejor infancia posible a mis niñas. Hacerles crecer como mejores seres humanos, asegurar el pan en su mesa y el techo sobres sus cabezas. Algo que desafortunadamente no tod@ niñ@ de este mundo puede disfrutar. Aún nos falta mucho como humanidad, pero ahí vamos poco a poco.
Recuerda adulto, no les pegues, no les grites, no los discrimines, donde come 1 comen 2. Orientales, enséñales valores y principios. No son necios, no son brutos. En ellos está la esperanza de un mundo mejor. Y finalmente (por ahora) recuerda que el Televisor no es un buen maestro para l@s niñ@s.


En YouTube: Canción para un niño en la Calle - Mercedes Sosa Ft René Pérez de Calle 13 residente


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