⭐⭐CONCURSO: ESCRIBE TU PROPIA OBRA! ⭐⭐ || Rondofei

in Writing & Reviews3 years ago (edited)

europeana-DyBM95141iM-unsplash (1).jpg

link

Personajes:

Rondofei: novio de Adelaida.

Adelaida: novia de Rondofei.

Margarita: hermana de Adelaida.

Brontio: padre de Adelaida y Margarita.

Federico: cura de la villa.

Magnus: tabernero.

Lorenzo: primo de Adelaida.

blue.gif

Rondofei: que no vengo a por ti, repito.

Adelaida: pero, ¿cómo? Si soy yo tu musa primera, la alegría de tu vida, el fruto divino de tu tierra, las estrellas de tu cielo…

Rondofei: ¡basta! Que no es por ti, digo.

Adelaida: amado, este alcohol te está quitando claridad.

Rondofei: patrañas. ¿No sabe, por vuestro andar, que un borracho no dice más que la verdad?

Adelaida: ¿es porque ya quieres mi tesoro?

Rondofei: ¡quiero a mi perra!

Un gemido de desmayo opacó la entrada de un brutal trueno en aquella tormentosa tarde. Los familiares de Adelaida la sujetaron en cuanto pudieron, pero el ambiente se ponía turbio para todos. El viento enfurecía y avanzaba arremolinado, al tiempo que un relámpago salía de una garganta:

Brontio: ¡se acabó!

Margarita: no, padre, espere. Roguemos al cura que eche su agua bendita sobre él.

Federico: ahora no es el momento.

Brontio: ¿cómo que no? Humilla usted a mi familia, señor cura.

Federico: esto no es suficiente.

Brontio: pues, lo que voy a hacer tendrá que serlo.

No hubo pasado un cuarto de hora, cuando el padre de Adelaida trajo al trote a Mangus, el gigante de la villa. Su presencia fue revestida de inmediato por el fulgor del cielo. El viento chillaba, las nubes oscurecían y los relámpagos dejaban entrever su cara rajada entre un paso y otro.

Rondofei: ¡cobardes todos! Impiden que un inocente, sin deseos de molestarlos, pueda reclamar a su perra.

Brontio: ¡infeliz cucaracha, advenga el fin a tu lengua y a tus actos asquerosos! Mi hija no morirá en pena.

Margarita: ¡cura, intervenga antes que pase lo peor, le ruego!

Rondofei: ella sí que ha de saber amarme. ¡El amor más inaccesible me brinda ella!, ¡cuánto me regocijo en sus caricias!

Brontio: es que jamás había visto uno tan sinvergüenza. ¿No le parece, señor cura, motivo más que legítimo para a la horca llevarlo?

Federico: tendría que considerarlo.

Brontio: válgame Dios, no sé de qué sabrá más usted, si de justicia o de dolores de cabeza. ¡Anda, Magnus, anda!

Avanzó Magnus en su terrible encomienda. Acaso era él el único que podía tenerse de pie ante un viento que jugaba con las personas, como si de paja abandonada se tratara.

Adelaida: detente, Magnus-clamó de repente la desamparada. Frena tus intenciones.

Magnus: señorita Adelaida, no querrá usted ningún inconveniente extra.

Brontio: ¡haz que pague, Magnus!

Magnus: no me digan que… no. No puedo hacer esto.

Brontio: ¿qué? ¿cuántas traiciones tengo que soportar hoy? Magnus, te he dado del oro de mis arcas y ¿así respondes?

Magnus: pero el señor Rondofei es mi amigo. Esto no es su culpa. Bien lo conozco. No haría sufrir ni al alma más terrible.

Rondofei: agradezco a Dios por este abogado insospechado.

Adelaida: devuélvete, Magnus, la taberna no la puede atender solo tu hermano.

Brontio: la paciencia se me agota. Menos mal he traído conmigo el fusil que acabará con este circo.

Federico: ¿cuál es la verdad, Magnus?

Magnus: señor cura, que si me escucha usted, que sea como que me escuche el Altísimo.

Federico: ciertamente.

Magnus: verá, mi amigo Rondofei no es culpable. Él fue a la taberna más temprano. Desahuciado estaba. Le pregunté por su malestar, y me dijo era el amor. Supuse era eso desde un principio porque es un hombre que no carecía de nada más.

Adelaida: basta, Magnus. Sólo son mentiras lo que hablas.

Magnus: yo…

Federico: prosiga, por favor.

Magnus: cuando yo fui a buscar unas copas largas limpias en la parte trasera, escuché cómo la señorita Adelaida, con un rostro diferente al de ahora, sobornaba a mi hermano para que le diera una bebida sumamente fuerte a su novio, Rondofei.

Muchos abrieron sus ojos de par en par, otros posaban sus manos en sus bocas tratando de ocultar su asombro. El cura Federico incentivaba a Magnus a continuar.

Magnus: aunque advertí a mi hermano de no participar en semejante engaño, él insistió en que ya había recibido un pago. Entonces, fue cuando quise avisarle a mi amigo Rondofei sobre esto, pero muchas personas llegaron a la taberna y no tuve más remedio que atenderles.

Brontio: Adelaida, ¿esta era la urgencia económica que temprano tenías?

Adelaida: no, padre, no puedes creer semejante historia. Ya conoces tú que en la villa buscan siempre manchar mi nombre.

Magnus: al rato escucho que muchos se ríen en la taberna. Carcajadas iba y venían, viendo cómo Rondofei se arrastraba por el piso y decía: “esto ella lo quiso”

Federico: ¿y tú qué hiciste, Magnus?

Magnus: pronto lo asistí y con comida y agua lo hice volver un poco en sí al cabo de un par de horas. Luego seguí en mi faena, ya que había muchas cosas por hacer.

Rondofei: cuando Magnus me dijo qué había pasado, supe ya no quería a esa mujer. Era el momento definitivo de cambiar su funesto amor, por el de la que me espera.

Adelaida: Rondofei, ¿cómo puedes hablar así? Mi cariño es como ninguno que te hayan dado antes.

Rondofei: ¡calla, calla ahora! Antes has buscado matarme de ebriedad para convertirme en el hazmerreír de la villa para que así tu padre me sacara de tu vida.

Adelaida: eso no tiene ningún sentido.

Rondofei: claro que lo tiene…

Federico: así tendrías el camino despejado para unirte con tu amante, tu primo Lorenzo, sin críticas, ni castigo.

De todos los relámpagos que esa tormentosa tarde lanzaba, hubo uno en ese momento que impactó un pasto cercano y rápido lo incendió.

Esto provocó pánico entre los presentes, quienes empezaron a correr chocando unos contra otros.

Federico: ¡Magnus, no lo dejes escapar!

Magnus: ya casi lo tengo, descuide.

Como si de una hormiga se tratase, Magnus levantó a Lorenzo por un brazo y lo puso en frente del cura.

Lorenzo: perdóneme, señor, yo no he querido…

Federico: antes los he visto escabullirse a ti y a Adelaida entre el pastizal. Iban arreglados, venían despeinados. No me llevé al pobre Rondofei antes porque sabía que al final me los llevaría a ustedes a juicio.

Adelaida: ¡padre, no permitas esto! Usa tu fortuna para calmar su envidia.

Brontio: dinero, dinero, dinero. Eso es todo lo que quiere tu corazón trampero.

Ido el señor Brontio, el cura Federico y el gigante Magnus con sus dos presos, el pobre Rondofei consiguió ver lo que esperaba. Corrió y corrió, y la abrazó.

Rondofei: ¡al fin, mi tierna perrita! Tú sí sabes de amor. Ven y déjame besarte mientras me lames toda la carita. ¡Ládrame tu alegría!

Entonces fue Rondofei hombre feliz desde que paseó con su mascota cuantas veces quiso, por su villa de origen y todas las circundantes, sabiendo que ella nunca tramaría algo en su contra.

europeana-3QmNmsF8e6s-unsplash.jpg

link

Fin

blue.gif

Véase este acto como la ejemplificación de cómo acaban aquellos que con picardía y lástima, o mucha porquería dentro de sí, pretenden controlar a todos a su alrededor para beneficio propio. Quieren poseer todo, pero acaban teniendo nada, pues nadie sabe cuánto roba la avaricia descontrolada.

blue.gif

¡Gracias por leer!

Gracias a @writingnreviews, @fendit y @belenguerra por esta excelente oportunidad para escribir drama. Lo disfruté mucho.

Sort:  

Muy interesante tu obra, tiene mucha fuerza la historia, me gusto como la estructuraste.

Holaa. Gracias por tu comentario, @alexander062. Me alegra hayas podido disfrutar lo que escribí.

 3 years ago 

Congrats on being one of the winners of this week!!

We appreciate a lot your commitment with this community 😊

WRITING & REVIEWS.png

Holaa. Gracias a ustedes por estas oportunidades!

Coin Marketplace

STEEM 0.17
TRX 0.15
JST 0.028
BTC 59988.10
ETH 2415.66
USDT 1.00
SBD 2.45