{ESP} Cuento corto: Diván

in Writing & Reviews4 years ago

Foto tomada de este sitio


— Las veo repetirse, las veo repetirse en el fondo de mi mente. Siento su presencia, cómo me observan trémulas desde el rincón, cómo aguardan expectantes mis momentos felices para ahogarme nuevamente— Suspiró, con un notable peso menos en su espalda— Las veo repetirse, te digo. No me dejan.

Su interlocutor permanecía impacible, casi con un dejo de audacia ante el creciente desespero de su paciente. La mirada analítica, con una introspección desconcertante, asintiendo levemente con cada palabra pronunciada, desmenuzando cada frase con sublime placer.

— Te digo que están ahí— Insistió con vehemencia— repitiéndose una y otra vez, como quién no quiere la cosa, mostrándome de forma subjetiva todo lo que ví, lo que pasé, lo que viví. Es como si quisieran ayudarme, pero no, yo sé que están ahí para torturarme, para hacerme la vida imposible.

— ¿Quién quiere hacerte la vida imposible?— Aguardó unos segundos, antes de detonar el ambiente con la pregunta que nadie quería escuchar— ¿Acaso, no serás vos?

Abrió la boca unos pares de veces, casi arrepintiéndose instataneamente de la respuesta que estaba a punto de mascullar. Surcado entre sus penas, lo miró desde el rincón, perdiéndose en los detalles metálicos del marco de sus lentes; su mente divagaba, aún no estando seguro del todo de porqué le estaba comentando su maraña de pensamientos a un completo desconocido. Los engranajes de su mente funcionaban a toda velocidad, maquinando entre hilos invisibles y telarañas desdeñadas con una productividad envidiable; desgajábase en el hervidero incontenible de una horda de pensamientos amurallados, manejados de forma exquisita por su ego.

— Pero, ¿cómo es que tiene el descaro de pronunciar semejante injuria? ¡Nadie más que yo pregona por mi propio bienestar! ¿Cómo es que, siquiera, se le ocurre insultarme de esa forma?— Vociferó, tras fingir con alevosía que ese agravio lo había herido. Nadie en la habitación lo creyó.— Me es un poco complejo de detallar y poner en palabras, usted entenderá, es una ida y vuelta de asuntos que no comprendo. La mente humana, eso es, la mente humana es lo que no logro descifrar. ¿Por qué, eh? ¿Por qué? Usted, con sus loables años dedicados a este campo, a este ámbito, con tantos artículos y tantos libros leídos, ¿por qué?

Respiró, la verborragia lo había depletado de oxígeno y comenzaba a marearse.

— Le explicaré: la película que se proyecta en mis momentos en blancos me enferma, me obliga a revivir situaciones que ya he vivido, que ya he sufrido y que sulfuran mi sangre. Las veo venir una y otra vez, un ida y vuelta de veneno y carbón incandescente que sólo logra lastimarme a mí; la síntesis de todo lo acontecido, el espectro de cada una de sus mentiras, la materialización de su traición, ¡maldita sea!— Vomitaba ira con sus palabras llenas de sentimiento— ¿Puede explicarme por qué? ¿Por qué esa necesidad de revivir todo aquello que ya sé cómo ocurrió y cómo tuvo su deselance? ¿En dónde está la necesidad propia, masoquista y hasta burda de atraversarlo nuevamente? No son sólo mis ratos libres, mis momentos de desconexión, ¡están ahí siempre! ¡puedo sentirlas acechándome en este preciso instante! Regodeándose ante mi imposibilidad de manejarlas como un adulto, como se debe, huelen mi pavor, siento sus colmillos clavándose en mi cuello, siento... siento...

Agachó con hastío su cuello y se tomó la cabeza entre las manos, tiró de sus cabellos canosos con fuerza e intentó ahogar sus penas en una inhalación que prometía llenarlo de vida. Aguardó unos instantes con los ojos cerrados, mientras rogaba al universo por la paz que no podía encontrar; su ritmo cardíaco volvía a la normalidad y las exhalaciones ya no se encontraban desbordantes de indignación y cólera. Retomó su monólogo:

— Siento que esto no acabará jamás. Son fantasmas que reaparecen con una frecuencia inusitada y me enfurece; me humillan y empujan a un trance de irracionalidad y pensamientos frenéticos, ahogándome en hiel, reduciéndome a cenizas— Suspiró derrotado— Es una pelea constante contra mí mismo, contra lo que no me siento capaz de afrontar. No lo entiendo. Me carcome el veneno de la traición, me destruye, me aniquila su toxicidad. ¿Comprende, usted?

— No son sentimientos que se vayan de la noche a la mañana, no es para menos su reacción— Sentenció sin la menor vacilación en su voz, casi como si estuviera revelando la menor de las obviedades— Está transitando un duelo y, como tal, el dolor es el esperable, a partir de una situación imprevista para usted y por la que tanto había luchado. Debe atravesar esta noche oscura, su noche oscura, pero ahora con la certeza de nunca más repetir esos pasos, de marcar límites claros y de no permitir que dichas fronteras sean permeables y quebrantables para los demás.

Recobró la compostura, mientras escuchaba con notable atención cada palabra, como si aquello significara una caricia al alma entre tanta sangría generada por las espinas del pasado. Su respiración volvió a ser acompasada, la mirada recobró cierto brillo de esperanza y el nudo en la garganta, que con anterioridad amenazaba con ahogarlo en la más pertrecha de las torturas, cedió levemente.

— ¿Qué ve?

— Escenas. Veo escenas. Lo veo repetirse todo una y otra vez, se presenta como la película de mis últimos meses. Revivo el tiempo que compartimos, las cosas que pasamos, sus abrazos y sus besos— Volvió a parar en seco para tomar aire, todo atisbo de calor en su mirada se disipó con la más frívola rapidez— Escucho su voz, nuestros diálogos y sus mentiras, sus mentiras son quienes me hablan más fuerte. La sublime entrega y devoción a quien terminó siendo mi verdugo, cómo en cada ocasión tenía que esconder la daga asesina y la manipulación. La majestuosidad y magnitud de su melodrama, obligándome a dudar de qué era lo real y qué invenciones de mi propia mente, recordándome a cada momento que mis pies no se encontraban en la tierra y que, en un abrir y cerrar de ojos, terminé perdiendo el control de todo. Una increíble partida final en su juego de estrategia. Revivo todo y me descuartiza, es una filmación en mi propia mente que no tiene principio ni fin; me encarniza el dolor y la tragedia, una reminiscencia eterna de la penuria.

— ¿Y qué le produce?—preguntó secamente

— Un torbellino en mi interior. Sí, esa es la mejor forma de describirlo, un torbellino— Suspiró, mientras los últimos rayos de sol bañaban sus ojos grises— Son recuerdos que, en otra circunstancia, podrían haber sido hermosos; no así, hoy son sólo un regocijo y el alimento eterno de mi dolor. Hacen sus apariciones en mi día a día, jugando y estableciendo estrechas relaciones entre lo real y lo pasado, queriendo hacer acto de presencia en lugares donde ya no son bienvenidos. Tergiversando mi bienestar, obligándome a rendirme de rodillas en las espinas de su presencia, destellando con súbitas apariciones para oxidar lugares, canciones y aromas. Me encadenan a las reminiscencias de lo que anhelo desesperadamente superar.


⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐


Ya había publicado este escrito en otra comunidad, pero me gustaba la idea de volverlo a postear acá!
Espero que les guste y me gustaría leer sus opiniones :)

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