Te preguntarás cómo llegué al Planeta B 612, bueno una mañana, unos pájaros silvestres que migraban, dejaron caer una semilla en el planeta B 612, gracias a Dios caí en el único pedazo de suelo fértil en ese planeta, y el rocío de cada mañana se encargó de regarme y pude germinar, crecí poco a poco al principio, pero luego fui creciendo más rápido. Por ser la única Flor en ese planeta, me sentía muy importante, era muy presumida, vanidosa, egoísta, orgullosa y malagradecida, sobre todo con la persona que realmente se preocupaba por mí, El Príncipe era su nombre.

Me encantaba que El Príncipe me alabara, me consintiera, me regaba todas las mañanas, se preocupaba por cortar los retoños de baobabs o hierbas malas para que no me hicieran daño, limpiaba los volcanes del planeta para que no hicieran erupción y muriera quemada. Yo amaba al Príncipe, pero lo dejé ir.

Una mañana,, muy temprano se acercó el Príncipe a conversan conmigo y me dijo que emprendería un viaje muy largo, para conocer otros mundos. Yo me puse muy triste y comencé a llorar muy tímidamente para que El Príncipe no se diera cuenta. Sé que lo hacía porque ya estaba cansado de mi mal humor, de mi malcriadez y mi vanidad.

El corazón se me arrugó de dolor., al saber de la partida de mi Príncipe, pero no podía retenerlo, yo era la causante de que se alegara de mí. Me preguntó porqué lloraba y le dije que tenía un refriado, preocupado por mi supuesta gripe, quería taparme con una campana de vidrio, pero le dije que no, que se fuera y que yo no le temía ni a los animales ni al viento fuerte de la noche. Él, triste por mi respuesta partió sin mirar atrás, no antes sin escuchar de mis labios: "Te Amo".

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Pero pronuncié esa palabra demasiado tarde, ya mi Príncipe había partido en su viaje de aventuras y no se si volvería a verlo. Me quedé muy sola desde ese momento, no tenía con quien hablar cada mañana, nadie me cuidaba del viento de los animales o de las malas hierbas como los baobabs. Tuve que aprender a cuidarme sola y desde ese momento comprendí tantas cosas, como que no debemos ser presumidas, vanidosas, groseras y orgullosas con los demás. Debemos apreciar cada instante que alguien te dedica, debemos apreciar cada gesto de amor, preocupación y amistad que alguien te ofrece. No debemos creernos más importantes ni mejor que nadie y nunca, nunca, nunca debemos de dejar de expresar nuestros sentimientos hacia otra persona.

Estuve sola mucho tiempo,pero mucho tiempo, hasta que un día veo aparecer, desde lo lejos, una silueta conocida, muy familiar. Era mi Príncipe que había vuelto de su viaje, cargado de muchas cosas e innumerables historias.

¡¡¡Qué feliz estoy!!!

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Desde ese día, todo cambió para mi. Yo cambié. Ahora soy Rosa la que trata con amabilidad a los demás, la cortés, la preocupada por los demás, la que agradece el amor la dedicación y el cariño que recibo de los demás. Soy Rosa, la que escucha las más increíbles historias de viajes y aventuras de mi Príncipe; la que sabe agradecer, la que aprendió a dar sin esperar nada a cambio.