UN PEQUEÑO AVION LLAMADO PRESENTE @efraygutierrez

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Fuente

— Había una vez un pequeño avión, que se llamaba PRESENTE, todas las mañanas lo despertaban alrededor de las cuatro de la madrugada, una cantidad de señoras que se metían dentro de él para limpiarlo muy bien, lo dejaban impecable para después sacarlo a la pista y darle su desayuno: agua y combustible. Ya con el amanecer estaban colocando en sus compartimentos de carga el equipaje de las personas que viajarían, las cuales ingresaban a PRESENTE con mucho entusiasmo y deseos de tener un viaje muy confortable. Nuestro pequeño avión siempre se portaba lo mejor que podía, esperaba que ingresara su capitán y juntos se disponían a realizar un vuelo suave y placentero. Una o dos horas más tarde estaban aterrizando en el aeropuerto de otra ciudad, donde PRESENTE esperaba pacientemente a que todos los pasajeros bajaran; en algunas ocasiones, uno que otro pasajero le daba las gracias, pero él no las esperaba, su única función era servir a los pasajeros y no esperaba el agradecimiento cambio. Una vez que sus pasajeros descendían, PRESENTE se quedaba muy tranquilo para que sacaran el equipaje. En ese momento era que nuestro pequeño avión se sentía totalmente satisfecho, había cumplido con su cometido, había logrado su meta y estaba listo para la siguiente, por lo que dejaba que ingresaran a él nuevamente las señoras de la limpieza para dejarlo impecable,

esperaba a que le dieran agua y combustible, ingresaran el nuevo equipaje, los nuevos pasajeros y por último el capitán, quien a través de sus controles le informaba su próxima meta. Una vez más a volar de la manera más tranquila y placentera posible. Así transcurría la vida de PRESENTE, volando de aeropuerto en aeropuerto cada día, llevando pasajeros de un sitio a otro constantemente y cumpliendo diariamente con todas las metas propuestas. PRESENTE solamente esperaba que su capitán le dijera adónde iban y él emprendía rumbo. Una mañana fría, cuando sintió que abrieron la puerta de su hogar para despertarlo, pudo ver que una de las señoras de la limpieza estaba muy triste, pero como ellas nunca le hablaban, él se quedó tranquilo. Al rato sintió que ella se sentó en su asiento principal para limpiar sus controles y PRESENTE no pudo aguantar el deseo de hablar con ella, por lo que la cuestionó. —¿Qué te ocurre hoy? ¿Por qué estás tan triste?—. —¡Ay PRESENTE si te contara, ayer mi pareja se fue de la casa! —.PRESENTE no podía comprender la razón de su tristeza, diariamente cientos de sus pasajeros se iban de él, pero eso nunca le preocupaba porque siempre en el aeropuerto habían más pasajeros. Sin saber que hacer o decir, le preguntó: —¿Y ya sacó la maleta?—Sí, ya lo hizo anoche mismo. --Entonces por qué estás triste, ya cumpliste con tu misión al lado de tu pareja, ahora espera a que te limpien, te den combustible y agua y recibes a una nueva pareja con su equipaje—.

Nuestra amiga de la limpieza expresó una sonrisa en su rostro y le dijo: —¡No PRESENTE, la vida de los humanos es muy diferente ala de los aviones! Yo personalmente pienso que la vida de las personas no es tan diferente a la de los aviones. Uno se propone una meta, la alcanza, disfruta y se prepara para la siguiente. Si fuéramos capaces de vivir en el presente y no aferrarnos al pasado, las cosas serían más fáciles, no estaríamos preocupándonos por el futuro, ni lamentándonos por el pasado, simplemente viviríamos. Te invito a que pienses cuantos pasajeros has tenido en tu vida, sean parejas, socios, empleos o amigos que ya no están y de cuántos de ellos tienes aun el equipaje guardado. Sal de esas maletas, deshazte de esos equipajes y dispone a emprender los mejores viajes de tu vida con nuevos pasajeros y sin ese sobrepeso que te impide volar alto y expresarte como realmente eres.

El presente tiene dos funciones: Disfrutar de lo que creaste en el pasado y crear lo que vivirás en el futuro.

Mil bendiciones para todos, deseo y les guste la publicación.

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