"Un buen negocio" - Hermanos Grimm. Recuento por: @edmundocente.

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Este cuento nos narra la historia de un campesino que vendió su vaca por siete escudos, camino a su casa pasó por un estanque donde oyó a el croar de las ranas: «¡cuak, cuak, cuak, cuak!». el campesino al escucharla se dice asi mismo que las ranas estaban locas, que no sabía lo que dicen, ya que había recibido siete escudos y no cuatro, se les acercó y les dijo que son siete y no cuatro, pero las ranas seguían con su «¡cuak, cuak, cuak, cuak!» el campesino saca los escudos y se los cuenta el mismo para que ellas vean, pero las ranas no paraba con su «¡cuak, cuak, cuak, cuak!» ya molesto, arroja las monedas al estanque para que esta las cuenten por si mismo, esperando que terminen de contarla. Pasado un tiempo, ya de noche y como no le devolvían los escudos, el campesino se marchó furioso a su casa lanzándole ofensas a las ranas,que tienen la capacidad de abrir bien grande la boca para croar pero eran incapaces de contar siete escudos.


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Al pasar de los días, el campesino compró otra vaca y la sacrificó, sacando cuenta que al vender la carne y conservando la piel sacaría el suficiente dinero como para recuperar la perdida anterior y quedarse con algo más, al llegar a la ciudad se encuentra con los perros del carnicero y al olfatear la carne empezaron con los ladridos: «¡‘woof’, ‘woof’, ‘woof’,!»
El campesino les dice que entiende que quieren un pedazo de carne, pero darsélos no sería un buen negocio, pero los perros continuaban con su ¡‘woof’, ‘woof’, ‘woof’,!»
El campesino al ver la insistencia de los perros, les lanza la carne, diciendole que en tres días quiere el dinero y que no se pasen de ese límite.


Llegado los tres días, el campesino esperaba ansioso el dinero, pero nadie fue a pagarle, ya agotada su paciencia fue a cobrarle al carnicero, que era dueño de los perros, el carnicero se lo tomó a broma, así que agarró una escoba y lo sacó a escobazos. El campesino enojado, vio como última esperanza acudir al rey para que haga justicia y solicitó una audiencia, en la audiencia, le cuenta al rey que las ranas y los perros se quedaron con lo que le pertenecía y el carnicero lo sacó a palos, esto provocó la risa de la hija del rey, el rey al verlo dice que no puede hacer nada, pero había jurado que casaría a su hija con el primer hombre que la hiciera reír, así que le concedió a su princesa en matrimonio, el campesino lo rechazó porque ya tenía una esposa. El rey molesto empezó a ofender al campesino diciendole que como se atrevía a rechazar la palabra de un rey, el campesino solo se limitó a decir que qué podía esperar de un simple campesino, el rey decide compensarlo de otra forma ofreciendole 500 escudos. Al marcharse, un centinela le dice que seguro le dieron un buen obsequió por hacer reír a la princesa, este le dice que le ofrecieron 500 escudos, el centinela le pide una parte porque era mucho dinero, el campesino le ofrece 200 por ser él, le dice que en tres días vaya para que el rey reclamandole los 200.


Un judío que escuchó, se le acerca al campesino pidiendole que le cambie los escudos y este le entrega monedas, el campesino acepta pero por la condición que le entre las monedas ahora y que en tres días busque los escudos donde el rey, el judío alegre, acepta.
Pasados los tres días, el campesino va al reino, donde el rey pide que le quiten la chaqueta y le entreguen el premio, el campesino de manera humilde le dice que eso ya no le pertenecía, ya que le ofreció 200 al centinela y le cambió 300 al judío, justo en ese momento se presentan estos dos reclamando su parte, recibiendo solo azotes en su espalda.
El campesino sorprendido preguntó si esos eran los escudos prometidos, el rey lanzó una risa con ese comentario y le ofreció al campesino que fuera a la cámara de tesoros y tome lo que quisiera, ya que se había quedado sin recompensas. El campesino sin pensarlo dos veces, le toma la palabra.


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Ya en su casa con los bolsillos llenos de tesoros empieza a cuestionar al rey, el judío que lo había seguido escucha las palabras del campesino y decide contarle al rey lo que este dijo, pensando que podía recibir una buena recompensa, el molesto por estas palabras le pide al judío que vaya y le traiga al campesino. El judío jubiloso, va donde el campesino y le cuenta que el rey solicita su presencia, el campesino entiende la situación, pero dice que no puede presentarse ante su majestad sin una buena chaqueta, el judío consiente que el campesino no se presentará ante el rey sin una buena chaqueta, le presta la suya fingiendo amabilidad, ya en el reino, el rey le cuenta al campesino todo lo que le dijo el campesino, el campesino osadamente negó ante el rey toda acusación, diciendo que el judío era un mentiroso que era hasta capaz de decir que la chaqueta que él llevaba, era del judío, el judío sorprendido le dice que la chaqueta era de él que justo se la prestó para a que el rey, el rey sin creerle una palabra pide que quiten al judío de su presencia... El campesino salió de los aposentos del rey con el dinero y con la chaqueta, diciendo en sí: "Esta vez si hice un buen negocio"


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