Tenía una vida perfectamente cómoda, casa, carro, estabilidad económica y emocional, pero no conocía aún de Dios, igual vivía, era feliz y decidimos agrandar la familia, era como un cuento de hadas, hasta que una noche devastadora mi amor se quebró en mil pedazos, pude ver cómo esa persona que tanto amaba me quebró y golpe tras golpe derribo mi orgullo, destruyo mi autoestima fue como una catástrofe en mi vida, y de la cual solo quedaban escombros.

En la soledad de mi cuarto, fueron noches de llanto, y no entendía como Dios estaba actuando en mi vida, todo lo que pensaba que era perfecto, se desvanecía, no entendía ... ¿Por qué? ¿Que hice mal? Así que sola encerrada en mi cuarto me sumergí en la tristeza.

Por un tiempo me sumergí en un depresión, solo abrazaba a mi beba sin emitír palabra alguna, solo le pedía a Dios que me acurrucara, que tomara el control de mi vida, solo quería asentir como me consolaba y me abrazaba, lo cierto es que toda esta situación me permitió reconocer a Dios como el Rey de mi vida y que todo lo que estaba viviendo era pasajero, que no estaba sola, el siempre me acompaño, todo lo que viví fue necesario para poder conocerlo y declarar su nombre con mis labios que soy su Hija y el mi Padre, mi Señor ese Consolador que tanto necesitaba.