Atisbo de Esperanza. ||por @buff4aurelionsol

in Writing & Reviews3 years ago

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Narrador: Los vientos de invierno soplaban y lastimaban las heridas de la cara de Beren, el hombre subía los peldaños mientras era escoltado por las dos criaturas sin rostro del Rey de las Sombras. Eran criaturas vestidas con túnicas de color negro, y tenían la cabeza totalmente desprovista de ojos, nariz, boca y rostro en general. Además, su piel grisácea les daba un aspecto más de lombriz. Cuando llegaron a la plaza ya estaban todas las personas que debían estar para el juicio. Sin embargo, había un espacio en blanco, Beren sabía que ese espacio debía de ser tomado por el Rey de la Sombra, la Espada de la Perdición. Las criaturas lo obligaron a ponerse de rodillas y cruzaron las lanzas que traían, en frente de él, formando una equis. El hombre notó que estaban las personas allí, incluso los mismos espías que se habían infiltrado en la fila de la sombra estaban allí.

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«Ella no estaba allí y era lo que le tranquilizaba. Notaba que las miradas burlonas de las personas que estaban allí, eran miradas malignas. Beren temblaba, pero no era por el miedo, era debido al frío que estaba haciendo, aunque los que lo veían pensaron que era debido a la presencia de ellos. Estaban totalmente complacidos de ver al gran héroe allí en las manos de la sombra, un héroe que había estado dando problemas en forma de rebeldía. Él mismo se sentía orgulloso de todos los avances que había logrado en el reino, pero más orgulloso estaba por los avances que había logrado en los corazones de las personas, había logrado hacer que se percataran de su propio poder. Ellos habían logrado tomar la Capital de las Flores. Aún podía escuchar las voces de las personas coreando que la ciudadela inexpugnable había caído. Le llenaba de orgullo y emoción. Todavía quedaban muchos cambios por llegar, él lo sabía.

«Berudron dio varios pasos en alto, era quien estaba allí para llevar el juicio a cabo a nombre de la Espada de la Perdicion.

Berudon:Haz sido traído aquí ante el Ojo de Dioses, para juzgarte por tus pecados. Haz intentado causar estragos en nuestras tierras, tú, un simple hombre de carne y hueso. Haz corrompido a miles de personas con el afán de hacerte con el poder y de voltear las tornas a tu favor. Sin embargo, no serás más que una…

Narrador: Berudon calló y pareció que hasta el soplido del viento murió. Todas las personas que estaban allí miraron estupefactas la escena y luego se escuchó el ruido momentáneo de cientos de personas hincándose de rodillas frente a su señor. Su señor al fin había llegado. Era la noche, estaba recubierto de estrellas y sus ojos eran más brillantes que el mismo sol al abrirlos. Beren sintió por primera vez que lo que se decía era cierto, que el Rey de las Sombras era un ser supremo, era tan… hermoso a su modo, se sorprendió a si mismo tener tales pensamientos. Aquel ser era como estar frente a… Nada. Él no era nada. Solo era un ser que había traído perdición a las personas, solo alguien que se había hecho con el poder. Beren sonrió y sudó frío cuando aquel ser se puso frente de él. Los sin rostro quitaron las lanzas de su vista y se alejaron. Ellos creían que con la mera presencia de Rey de la Sombra habría bastado para someterlo. Mero error.

Im: Si haz de hacer algo, hazlo ya, muchacho. Pero incluso haciendo lo que intentas, sabrás que esta es tu derrota. ¿Crees que eres un héroe? Solo has hecho lo que has logrado porque yo he permitido que lo hicieras. No tiene mérito alguna morir que es lo que verdaderamente has logrado bajo tu propia mano. Morir. Sin embargo, morirás bajo mi propia mano. La historia y el eterno girar de la eternidad te recordarán por el mero hecho de estar yo aquí, la historia te recordará como el hombre que vino a morir al Ojo de Dioses por la mano de Dios.

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Beren: Te equivocas. He logrado más de lo que dices y todo lo que he hecho me ha traído todo el honor que un hombre puede desear tener. Sin embargo, mi cometido no llega hasta aquí, Padre de las Mentiras. Traeré la paz a este mundo destruyendo lo que has hecho. Destruiré este mundo hasta sus cimientos si es necesario para acabar con la ponzoñosa garra que has tendido en todo este lugar. Soy lo que nunca podrás matar, yo soy creencia de un nuevo amanecer para el mundo.

Narrador: Los ojos de Beren brillaron con fulgor, parecían llamas, sentía como toda la energía del universo lo henchía, como podía lograr lo que fuera y bajo sus pies apareció una gran explosión que lo tragó todo. Todo el Ojo de Dioses fue tragado con la explosión y la tierra pareció temblar hasta sus límites. Beren sentía que las fuerzas le fallaban, como su cuerpo iba cediendo hasta su propio poder, se estaba matando a sí mismo; sin embargo, la silueta de aquella criatura se mantenía allí todavía de pie prácticamente imperturbable. Beren sonrió, divertido.

Beren: Lamento… abandonarlos antes, muchachos. Mi pueblo, mi reino, mi gente. Lamento dejarlos todos. Al menos, a ti si te pude salvar, mi amor, mi Luthien. S-sé… que estarás triste, pero estoy seguro que lograrás ponerte de pie. Espero que me puedas perdonar. Me pregunto… si estarás allí cuando mis Jinetes del Apocalipsis lleguen a arrasar el mundo.

Narrador: Luthien lograba mirar la explosión en forma de cruz a la lejanía y las lágrimas comenzaban a manar y a correr por sus mejillas, pero se mantenía con un gesto impasible en el rostro, un gesto de orgullo y amor con el hombre que la salvo de tan aciago destino. Estaba y estaría agradecida eternamente con él. Sabía lo que significaba aquella cruz, significaba que él se había sacrificado por la esperanza del reino.

Narrador: Mientras, el Rey de la Sombras se tocaba en una mejilla y notaba algo que hace milenios no había visto, algo líquido y rojo que manaba de una pequeñísima herida en la mejilla.

Im: Me ha lastimado. Ha desaparecido y se ha vuelto uno con el cosmos solamente para esto. Me he equivocado contigo, Beren. Al final de todo no eras un simple muchacho. Han pasado eternidades desde que alguien ha logrado lastimarme. Quiero ver a tus jinetes. Quiero ver lo que has planeado, muchacho. Te llevaré en pensamiento como un símbolo de respeto. Quiero ver cuál será ese cambio.

Narrador: El Rey después de decir aquellas palabras desapareció. El Ojo de Dioses y todas los seres que estaban allí durante el juicio quedaron reducidos a simples escombros, a polvo. Quien quiera que fuera a ese lugar vería el símbolo del sacrificio de Beren, Verdugo de la Sombra. Sin embargo, y de momento, todas las personas de cada rincón del mundo podían ver con sus propios ojos aquella cruz enorme y llorar la muerte de su salvador, de quien traía la esperanza. En todos los rincones del mundo corearon el nombre de Beren y las espadas salieron de sus vainas. El frío terminaría, para darle paso a los gritos de guerra de los hombres y mujeres, niños y niñas, de todas las eres y seguidores de Beren. Aquella cruz sería el símbolo de esperanza del mundo.

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