Saludos a la comunidad Writing & Reviews, este es mi primer escrito de una obra donde existe dialogo entre los personajes. Realmente estoy aprendiendo el arte de la escritura y no conozco bien las reglas gramaticales, por ello pido disculpas de antemano por lo errores que cometa. Espero que les guste mi historia.

Era el año 1952 acababa de salir de la escuela y me dirigía a mi casa, me encontraba sentado bajo la sombra de un apamate, huyendo del ardiente sol del verano, que en las aturas de la serranía del Turimiquire tuesta la piel en cuestión de minutos. Sentado sobre una piedra me levantaba velozmente cada vez que pasaba un vehículo motorizado en espera de un aventón.

¡Viene uno! Grite.

Corrí alzando mi pulgar en señal de petición del aventón, el vehículo redujo su velocidad y rápidamente comprendí que tenía una respuesta positiva y que era mi oportunidad, aumente la velocidad de mis piernas, corriendo al lado del vehículo y de un salto subí al camión.

«Haaa que alivio». Me dije a mi mismo. Me había ahorrado varios kilómetros de camino empinado y de los sofocantes rayos del sol del mediodía. La brisa fresca refrescaba mi cara y montado sobre las barandas del camión podía ver la grandiosidad del paisaje. En el fondo se habría el valle de Caripe surcado por su rio y lleno de cultivos que dibujaban el suelo. A medida que asediamos a través de las montañas, la colinas llenas de cafetales cerraban el paisaje ocultando el valle, un camino zigzagueante lleno de desfiladeros era la vía a mi hogar.

Después de veinte minutos de viaje divise mi casa, y con fuerza grite
—¡Por aquí señor!, —mientras golpeaba el techo del camión.
De un salto llegue la suelo y con voz aguda dije
—¡Gracias señor!.
— ¡De nada! —respondió el y poniendo el motor en marcha siguió su camino.

Mi madre se asomó a la puerta, pendiente pues ya era la hora de llegada.
—Bendición le dije.
—Hola hijo, dios te bendiga —me dijo mi madre con vos emocionada como si hubiese estado lejos por mucho tiempo.
—Quien es ese señor que te trajo —pregunto.
—No lo conozco, —primera vez que me da un aventón. —Parece extranjero por su cara y su acento.
—Si probablemente sea uno de esos gringos que vienen a pasar su vejes en estas tierras, —respondió mi madre.
—Si —le respondí yo.
—Tiene un bonito camión es marca Mercedes Benz.
—Tiene mucha fuerza, subió las colinas velozmente como si nada.
—Anda lávate las manos y siéntate en la mesa para que almuerces —respondió ella.

Durante el almuerzo ese aventón fue el tema de conversación.
—Mi madre me dijo —tienes que tener cuidado con los extraños.
—No le pidas aventones a desconocidos hijo.
—Si madre, —respondí yo.

Al día siguiente la rutina se repetía, yo en el mismo lugar rogando un aventón y que casualidad nuevamente el camión azul se aproximaba hacia mí. Esta vez no hubo necesidad de gritar pudiendo ayuda, el señor en su camión se estacionó y con vos extraña dijo:
—¡ven súbetele!
Yo corrí a montarme en la parte trasera, pero el grito
—¡noooo nnoo aquí adelante ven!.
Me abrió la puerta y subí. Estaba un poco nervioso, las palabra de mi madre retumbaban en mi cabeza.
—Vienes de la escuela, —me pregunto.
—Si —respondí yo
—La educación es muy importante —dijo el señor con ese asentó extranjero.
—Bolívar dijo “Un ser sin estudios es un ser incompleto”.
—Tienes que estudiar es muy importante repitió.

Puede observar su rostro, era rubio con ojos azules, con una vos que trasmitía mucha fuerza, se podía notar que sus manos le temblaban mientras sostenía con mucha fuerza el volate del camión. —Me gusta mucho aquí es tranquilo no hay ruidos, solo el canto de las aves —dijo él.
—¿De donde bien usted? —le pregunte.
—¿De donde crees tú? —me dijo
—¡De Estados Unidos! —respondí
—No no no no Europa Suiza —me dijo.
—los Alpes.
—Los que vienen a aquí son gringos —dije.
—No no Suiza, mucha guerra —dijo
—aquí mejor, tranquilo.
—Buen clima aquí, Europa mucho frio.

De repente se detuvo y por un momento me quede distraído analizando sus palabras.
— ¡Niño! —me grito el
— ¡tu casa, ya llegamos! —me dijo con una sonrisa en su rostro.
Abrí la puerta y ahí estaba mi madre parada esperándome
— ¡Muchas gracias! —le dije.

Siguió su camino mientras saluda a mi madre con un ademan.
Ese fue el primer contacto que tuve con aquel personaje extraño y enigmático.