Hola buenas noches, contenta de poder participar y recordar una Semana Santa bastante acontecida. Felicito a @cachetes-27 por este novedoso concurso. Maravillosa idea de premiar a quienes cumplan con las reglas con un steem y todos ganan, gracias. Agradezco a esta comunidad de @venezolanossteem, a @solperez y @marcybetancourt por permitir estos espacios de encuentro; y gracias a los curators por apoyar estas iniciativas. Suerte a tod@s

Barranco Abajo y de la Mano de Dios

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Un miércoles santo, mi amiga Raquel y yo, esperábamos en nuestro edificio a que nos pasaran buscando un grupo de amigos para ir al parque las Ballenas; lo cierto es que llegaron tarde, a eso de las nueve de la noche en tres carros. La primera sorpresa de la noche fue que de uno de los carros se bajó mi exnovio y primer amor, Pedro Moreno; cuando lo vi el estómago se me volteo, iba acompañado de su flamante esposa. Ya habían pasado tres años desde nuestro rompimiento. Por supuesto yo me fui en otro carro, con Leo y Pancho en una camioneta Silverado.

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.Cuando los autos tomaron la Avenida Casanova Godoy, estos no doblaron para ir a las Ballenas, sino que siguieron vía a el Limón… Llegamos al Limón e hicimos una parada en la avenida Universidad, los muchachos nos dijeron que había cambio de planes, ahora iríamos a la Bahía de Cata en Ocumare de la Costa; querían visitar a otros amigos que estaban acampando allá y nos regresaríamos en la mañanita. Lo primero que pensé, “¡Oh Dios, mi mamá me va a matar!”, sin embargo no me quedó más remedio que seguir con el grupo.

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Raquel, no sé porque razón, se peleó con su novio y le pidió a Pancho que cambiaran de lugar, ella se montó con nosotros en la camioneta y él se fue con Cheo.

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Para llegar a Ocumare, hay que atravesar la montaña del Parque Nacional Henri Pittier, provista de curvas y precipicios por ambos lados del camino. Mientras íbamos ascendiendo hacía la parte más alta de la montaña para luego comenzar el descenso hacia Ocumare, Cheo para contentar a Raquel, se puso al lado de la camioneta y gritó:

─ ¿Ustedes conocen a huevito frito?, (huevito frito, es el apodo de un amigo de infancia de Raquel). Nos pasaron y se pusieron al frente de nosotros.

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Leo para seguir la broma, se puso al lado de Cheo y gritó lo mismo, al tiempo que lo rebasábamos, todos reíamos. Lo hicieron una vez más cada uno. Llegó de nuevo el turno de Leo, gritó, y pasó a Cheo; estábamos a unas pocas curvas de llegar a rancho grande; Leonardo terminó de pasar, no obstante antes de poder acomodarse correctamente en el carril, apareció un carro por la vía contraria que traía las luces altas y lo encandiló; como él no conocía la vía, no se percató que una de las ruedas delanteras se había salido de la carretera y antes de darnos cuenta, empezamos a caer por el precipicio… esa fue la segunda gran sorpresa de aquella noche.

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Yo pensé, “hasta aquí llegó mi vida,” la caída se hizo eterna, la percibí en cámara lenta, mi mente se quedó muda esperando el final. Primero golpeamos con un árbol, luego con otro, hasta que aterrizamos en un pequeño riachuelo. Todos permanecimos en silencio, escuché que el agua corría y fui la primera en hablar:

— ¿Estamos vivos?

Raquel se puso a llorar, oímos a los demás desde arriba gritando y luego se oyó claramente la voz de una de las chicas del grupo:

— ¿Están muertos?

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Los muchachos encontraron un sendero por el cual bajar, la camioneta había impactado del lado por dónde iba Raquel, abrieron la puerta del conductor, salió primero Leo, su rostro estaba bañado en sangre, luego yo, mis piernas temblaban, tenía una herida en el muslo derecho y por último Raquel, que no paraba de llorar, completamente ilesa.

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Repasando los sucesos, me atrevo a decir que fue un milagro que sobreviviéramos, tuvimos insignificantes heridas para la magnitud del accidente; así lo certificaría días después la camioneta, su techo estaba casi pegado al asiento desde el lado derecho hacia el centro de la cabina. Raquel sobrevivió debido a que se acurrucó en el piso de la camioneta. Yo, porque Leo me salvó, había halado de mi brazo izquierdo tratando de salir del auto pos su puerta.

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Luego de pasar el trago amargo y de corroborar que estábamos bien, Leo, Raquel y yo, nos abrazamos agradecidos, después se nos unieron todos nuestros amigos, felices porque estábamos vivos. Ese miércoles santo volvimos a nacer.

Invito a mis amigos @djoya, @blackstar12