Una vez más @genomil nos trae un gran tema: la experiencia de la vejez. Este asunto me ha tocado muy de cerca, ya que recientemente me ha correspondido vivir con personas mayores, y esta situación me ha hecho pensar que: Los niños y los ancianos nunca saben con quiénes van a pasar sus primeros y sus últimos días.

Como ya muchos saben tomé la decisión de nunca embarazarme. Sin embargo, tengo un hijo de crianza: Víctor Manuel Acosta. Y tres hijos-sobrinos: Anthony (Q.E.P.D), Solimar y Yolanda. El pecho me duele cuando les ha pasado algo malo y también se agita en los momentos de felicidad que ellos han tenido. He pensado en mi vejez, y me la he imaginado viviendo con mi pareja y tratando de apoyarnos día a día. Por fortuna, él pertenece a una familia longeva; yo no. Mi padre murió a los 64 años, cuando yo, apenas tenía 17; y mi madre falleció los 78.

Por casualidad del destino, mis padres y los de Carlos, mi compañero, nacieron el mismo año. Papá en 1925, igual que mi suegro, y mamá en el año 1933, igual que mi suegra. Y ahora me ha tocado asumir el compromiso de atenderlos a ellos. Por los momentos, solo a mi suegra, pero dentro de poco a los dos, ya que mi cuñada pronto viajará al extranjero y no se los puede llevar.

Es malo sentir que uno puede convertirse en un obstáculo para los planes de los hijos. Por eso cuando Carlos y yo supimos de los proyectos de viaje de mi cuñada, no lo pensé dos veces, y pedí que me trajeran a mis suegros. Sin embargo, mi cuñada sugirió que conviviera primero con mi suegra, porque es la más delicada de salud, y la que demanda más atenciones. De modo que ella se quedaría con su papá hasta la concreción del viaje. Desde hace quince días, mi suegra y yo estamos conviviendo, y ya me he ido ajustando a esta nueva experiencia, sobre todo he tratado de estar en armonía conmigo misma para poder darle a las personas que amo, mi apoyo incondicional.

Mi sobrina @yola1, mi hermana-mamá y mi suegra llevándola al odontólogo