Pertenezco a una familia numerosa. Mi mamá tuvo diez hijos. Recuerdo que a algunos de mis hermanos mayores los conocí cuando yo tenía más de 5 años. Inolvidable fue mi primer encuentro con mi hermano Héctor, quien era militar. La primera vez que lo vi me exigió que cruzara los brazos y que le pidiera la bendición. Sentí que el trato no fue amable; y allí hubo un corto circuito. Nunca me habían obligado a hacer lo que no quería. Pero, mi hermano dijo que a él se le debía obedecer. Bastó ese gesto de él para nunca sentir simpatía hacia su persona, a pesar de ser mi hermano.

Y así es la vida, no siempre los familiares se las llevan bien. En este cortometraje, un pájaro se posa sobre el cableado y luego se acerca un pájaro con sus mismas características y lo roza; esto le molesta al pájaro que se hallaba solo. Tal vez, en ese momento no deseaba tener compañía. La pugna entre los pájaros de la misma raza se da, lo cual confirma la teoría de que: no siempre uno está dispuesto a compartir con otros.

En medio de estas diferencias entre los pájaros de características similares, surge la figura de un pájaro distinto, grande, que irradiaba simpatía, quien decide posarse también en el cableado con el deseo de socializar con las otras aves. Esto motivó a los pájaros pequeños a irse en contra del pájaro grande, que nunca pretendió imponérsele, sino que más bien deseaba jugar con ellos.

Esta situación hace pensar que la convivencia no se decreta, esta se da por acuerdos, en los que el respeto a las diferencias y la solidaridad son fundamentales.

Vivo en una urbanización desde hace cuatro años y medio. Cuando llegué a esta, busqué la manera de organizarme con algunos vecinos para conformar un condominio, y habilitar una casilla de vigilancia a la que no se le daba uso. Esto lo hice por un interés muy personal: Mi esposo tenía que irse para Caracas, y mi instinto de sobrevivencia me obligó a buscar mecanismos para sentirme segura dentro de mi casa. Así que busqué motivar a unos cuantos vecinos para contratar a unos vigilantes. Al principio, solo 20 casas pagábamos la mensualidad, de 120 que hay. En la actualidad, pagan 100 casas; y 20 personas se niegan a pagar.

El trabajo no fue fácil, pues quien estaba proponiendo organizar a la comunidad era una "recién llegada"; así que, al igual que al pájaro grande, sentí el rechazo de algunos vecinos, quienes sin conocerme me juzgaron mal, desde el principio. Por fortuna, un grupo significativo de vecinos se mostraron interesados en organizarnos; y así pudimos constituir un equipo vecinal, que ya va a cumplir cinco años. Exactamente el tiempo que tengo en mi nueva casa.