Saludos a toda la comunidad de #venezolanossteem; en esta oportunidad me uno al concurso de foto-relato que nos propone nuestro buen amigo @oacevedo, en el cual nos convoca a escribir un texto narrativo a partir de la siguiente imagen.

Canta el sol en la mañana, entran los rayos en las casas solas, el viento se sienta a contemplar las soledades, son los tiempos donde los hijos se van y los caminos ven crecer el paso de los caminantes.

Nata volvió porque alguien le dijo que la casita se estaba cayendo, y le daba dolor que se perdiera. Si pretendían darle muy poco dinero por ella, prefería regalársela a su comadre Matilde, pero algo tenía qué hacer; allí nacieron sus hijos. Su casita estaba hecha con sus manos.

Tenía poco tiempo para salir del país nuevamente y amenazaban con volver a cerrar las fronteras, así que tomó fuerzas y se fue directo a enfrentar la realidad.

Se prometió no llorar, y lo cumplió; cuando vio las ruinas cerró los ojos y recordó cómo era cuando ella se fue, caminó sobre los escombros y algunos güarimatos la saludaron, las arañas tejieron mundos de sueños; llegó hasta el patio y la encontró: fresca, adolescente y soñadora, sobreviviente vegetal de la huida; no volteó para verla, se quedó así, con sus hojas hacia la luz; no le iba a enseñar sus lágrimas.

Nata salió de la casa como quien huye de un crimen; el corazón era un potro desenfrenado. Un poco tarde habló con su comadre y le dijo:

-No, mi comadre, no se la puedo vender, mi casita no tiene precio, se la regalo, está en un buen sitio; dígale a Julián que la repare, allí estarán mejor que aquí.

Lo único que le pido es que me cuide la matica que sembró mamá, la que usted trasplantó ¿Se acuerda? La de palma; la de Semana Santa, la de la esperanza, la de la luz.

Nata regresó al sur, camina por una gran ciudad, se siente fuerte, se siente bien, pero en instantes recuerda y, sin que nadie se dé cuenta, llora.

Fuente

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