Nuestra excelente moderadora @charjaim, nos trae un proyecto interesante en el que nos invita a hablar de temas variados cada semana. En esta ocasión, nos propone que narremos alguna experiencia relacionada con la fortuna de hallar algo que no andábamos buscando, y que luego se convirtió en una gran experiencia de vida. Este es mi relato.

En enero del año 2018 ingresé a Steemit de la mano de mis amigos @adncabrera y @rjguerra. Éramos un grupo de amigos que residíamos en Cumaná. Había estudiantes, empleados, profesores, músicos, fotógrafos, bailarines. Un equipo diverso, comprometido con las artes. Desde nuestros inicios asumimos la red con gran compromiso y logramos materializar un equipo que llamamos Cardumen, el cual contaba con dos revistas quincenales: una destinada a abordar temas de Humanidades y Educación; y otra enfocada en la Literatura. Yo era la editora de la primera; y fue una experiencia de muchos aprendizajes. Luego de un tiempo, comenzamos a tener problemas de conexión en mi casa ya que se habían robado los cables de internet. Era toda una travesía mantenernos activos en la red. Nos íbamos de casa en casa, como dice el aguinaldo carupanero, pidiendo posada en casa de Aurodivys, casa de Álida, casa de Isauris, en casa de una comadre y en casa de mi amiga Ingrid. Nos turnábamos las visitas para evitar repetirnos en una misma casa.

Así estuvimos no sé por cuánto tiempo. Luego vino la conversión monetaria de agosto de 2018 y el steem y el sbd se desplomaron significativamente; entonces ya no podíamos costear el pan o el café que llevábamos a las casas que visitábamos buscando internet. Evaluamos los pros y los contras; y no nos quedó más remedio que abandonar casi completamente la plataforma. Esta experiencia fue durísima para nuestros ingresos familiares.

Pero los malos momentos llegan "en patota", entonces el 7 de marzo del año 2019 se dio un apagón general en el país. Recuerdo que estábamos en casa de José Malavé (@josemalavem) ideando qué hacer con el proyecto de las revistas de Steemit, ya que se nos hacía difícil mantener las ediciones de las mismas. Si mal no recuerdo, el primer apagón ocurrió como a las cuatro o cinco de la tarde, esperamos un rato a ver si llegaba la luz, y viendo que las horas pasaban y que todo estaba poniéndose muy oscuro, nos fuimos a la casa. El asunto no era algo momentáneo; era un problema serio el que nos esperaba. Así el país se sumió más en la oscuridad. Recuerdo que una de esas tardes largas sin luz, Carlos y yo tomamos decisiones trascendentales relacionadas con nuestras vidas: la más radical: que yo pidiera traslado de la UDO de Cumaná para la extensión de Carúpano ya que Carlos había recibido una oferta de trabajo de un amigo en Caracas. Por tanto, no era conveniente que yo me quedara sola en Cumaná. No había más alternativa: Debíamos solventar los problemas económicos con urgencia. El destino hizo que todas las puertas se abrieran. Mi cambio de trabajo se dio sin dificultad alguna y el 26 de junio del año 2019 estábamos mudándonos para Carúpano. Carlos debía estar en Caracas el 30 de junio. Esos tres días en nuestra nueva casa, Carlos y yo amanecíamos tratando de organizar todo. Metimos una casa de dos plantas en una de apenas una salita y dos cuartos. Dormíamos rodeados de cajas y de sacos. Aún así me sentía tranquila con la decisión tomada.

A Carlos le comenzó a ir bien en su nuevo trabajo, y con el dinero que ganaba comenzamos a hacer los trabajos de albañilería para poner la casa habitable. Luego en enero del año 2020 comenzaron los rumores de un virus que estaba acabando con la vida de muchos asiáticos. Como Wuhan (China) queda lejísimo de Carúpano; y aquí no llega nada ni bueno ni malo; me creí salvada, jajaja. Pero mi hipótesis era errada. En marzo del año 2020, el gobierno nacional decretó Cuarentena radical en todo el país. Por fortuna, Carlos había viajado de Caracas para Cumaná a despedir a un amigo que le dejaría su carro para que él tuviera cómo movilizarse en Caracas. Carlos llegó a Cumaná y luego se vino para Carúpano; en un viaje que aparentemente solo sería por dos días, pero que se extendió desde el 14 de marzo hasta el 01 de diciembre del año 2020.

Ahora nos encontrábamos Carlos y yo contra la pared, viviendo de nuestros raquíticos sueldos y teniendo muchos compromisos familiares.

Un día me llamó una amiga para ofrecerme un trabajo "matador", pero atractivo económicamente, hacer dos libros de Castellano (cuarto y quinto año de bachillerato) para la República de Honduras. Acepté sin pensarlo dos veces. Los libros debían estar listos en cuatro meses. Fue un trabajo extenuante. Casi no dormía. Tuve dos crisis de laberintis debido a mi agotamiento mental. En ese mismo lapso de tiempo, me llamó mi amiga @isauris para hablarme de Hive, una plataforma similar a Steemit que estaba recompensando bien las publicaciones. Me dijo que casi todos los del equipo Cardumen estaban allá, y que yo podía ingresar a la misma con la clave que tenía de Steemit; fue así como Carlos y yo nos sumergimos de nuevo en este mundo.

Y acá es donde viene la serendipia. Hive comenzó su proyecto de descentralización, el cual consistía en tener claves independientes de las de Steemit. Hacer el proceso me daba miedo, Carlos hizo el de él y todo fluyó sin problemas. Pero cuando me puse a hacer mi cambio de clave, se fue la luz en medio del proceso y, al parecer, el sistema envío la clave que nunca llegó a mi correo. Por lo tanto, perdí mi cuenta.

Lloré mucho al ver cerrarse una puerta para mí, y en medio de mi "despecho" me fui para Steemit a ver si mis claves aún funcionaban. Entraba solo a leer las publicaciones, pero no me atrevía a publicar; hasta que en octubre hice mi "primera publicación", después de tanto tiempo. Para mi sorpresa, los curadores me dieron buenos votos y comencé a ver, por fin, mi esfuerzo recompensado.

_{Imagen de bitmoji}

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Y como lo expresa mi bitmoji con su lenguaje corporal. Vivo teniendo motivos para sonreír a la vida, pues del destino solo he recibido bendiciones.

Hacer esta publicación, me ha permitido revisar mis vivencias y las del país desde el año 2018 hasta hoy. Ah, por cierto, el virus me ha hecho vivir muy malas experiencias, pero también me ha enseñado que "vivir es un lujo", por eso valoro cada segundo de mi vida como si fuera el último.

Y como ya esto es casi un Tratado, me despido de ustedes con mucho cariño. Hasta la próxima.

Invito a mis amigos @rosita1, @acostacazorla y @josertalaverag