Cuando veo un nuevo reto, dinámica o concurso, siempre digo: En este voy a participar; y luego pasan los días, se vence el plazo y no hago nada. Pero, en este reto, promovido por mi buen amigo @panchocroquer, faltando apenas un día para cerrar, decidí hablarles de mi clásico. Este es el 5 de diciembre, Día del profesor universitario.

Cuando ingresé a trabajar en la Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre-Cumaná, no tenía conocimiento sobre cuál era el día del profesor universitario ni estaba pendiente de eso. Pero, por cuestiones del destino, cuando asistí a la primera asamblea de profesores, me atreví a hacer una intervención en la misma, y el que para ese entonces era el Presidente de la Asociación de Profesores, Prof. José Miguel Barrios (Q.E.P.D.), al terminar la reunión, me llamó para proponerme formara parte de su plancha electoral, por la vocería de Cultura.

Yo tenía para ese entonces 25 años y no sabía nada de dirigencia gremial; pero mis sueños de igualdad y justicia los tenía al mil por ciento. Así que acepté la proposición y, sin ser muy conocida entre los profesores, gané en las elecciones. Así de malo sería mi opositor, jajaja.

Lo cierto es que cuando me informaron lo que debía hacer en mi cargo, algo de miedo me dio, pues debía programar todas las actividades culturales y recreativas dirigidas a los profesores y a sus familiares. Una de las más exigentes era la Celebración del Día del Profesor Universitario, el 5 de diciembre, fecha esta en la que se decretó la Autonomía Universitaria.

De modo que yo debía inscribir la misa, comprar las ofrendas para la iglesia, mandar a hacer la corona de flores para rendirle honores al padre de la patria, organizar el desayuno para los que asistieran a la misa, programar la fiesta para mil personas (pasapalos, orquestas, decoración, bebidas, festejo, vigilancia, ...) Pasaba todo el año, cuidando el más mínimo detalle para que todo saliera bien. Los profesores eran muy exigentes.

Duré en mi cargo cerca de diez años, entonces se me hizo hábito: asistir a todas las actividades. En especial a la misa, siempre con mi amiga Ingrid Guerra, profesora de Matemática; mi complemento perfecto. Nos llamaban en la universidad: El blanco seis, por la piedra de dominó, o black and white.