Venezuela Concurso | Semana 22 | La casa de mi abuela / Por @sir-lionel

Luego de tantos años, hablar de la casa de mi abuela, significa recordar muchos momentos gratos de mi niñez. Lamento no tener mas imágenes que la que guardo en mi memoria. Pero quiero contarles que mi abuela paterna vivía en una pequeña finca, allí tenía una casa muy espaciosa, un corral con unas cuantas vacas, un par de burros y un caballo, también había una pequeña laguna con muchos patos.

La presencia de muchos niños era parte del ambiente que rodeaba a esa vieja casa, primero por la cantidad enorme de nietos que tenía mi abuela, y luego porque en esa misma casa funcionaba la escuela. Allí estudiamos hasta el cuarto grado, todos los niños del caserío. Uno de los recuerdos que tengo de esa escuela, es que cuando los días eran muy calurosos, recibíamos las lecciones bajo los árboles alrededor de la laguna.

Un hecho curioso es que me enteré después de grande, que mi abuela se llamaba Justina, porque todo mundo la llamaba Tina y todos sus nietos le decíamos Mamá Tina.

Ella era una mujer de baja estatura, tenía la piel morena, la cara bien perfilada y el pelo completamente blanco. Pero a pesar de su frágil apariencia, Mamá Tina era una matriarca con todas sus letras, ella era la base y la brújula de la familia, a pesar que sus hijos ya tenían sus propias familias conformadas, todo se hacía con el consentimiento o la dirección de mi abuela.

Pero ese fuerte carácter quedaba de lado cuando se trataba de sus nietos, ella era un mar de cariño con nosotros, siempre nos sorprendía con algún caramelo que sacaba de los bolsillos, o en las tardes nos ponía a contarle cuentos o adivinanzas mientras ella siempre sonriendo nos repartía alguna merienda que incluía un vaso de leche recién ordeñada.

Ella se ocupaba de enseñarnos el valor del respeto. Las malas palabras estaban expresamente prohibidas en la casa, igual que las peleas entre primos. También recuerdo frases como “no andar de mojiganga” o “no permitir que nadie lo tome por mojiganga”, eran sus frases para enseñarnos que teníamos que ser personas serias y responsables.

Lo que más recuerdo de Mamá Tina, además de su amable sonrisa, es su perfume. Cuando ella se arreglaba para salir al pueblo para alguna diligencia, se vestía con sus vestidos de flores, se ponía su agua de colonia, que para mí tenía un olor exquisito. Ella nos dejó, cuando yo todavía era un niño, pero su perfume se quedó grabado en mi memoria.

Nunca sentí ese olor en otra persona, hasta que muchos años después, trabajando en una empresa fabricante de cosméticos, me visitó un vendedor de fragancias, revisando las muestras, destapé uno de los micros envases, enseguida me emocioné al sentir el olor de la colonia de Mamá Tina, fue entonces cuando supe que se trataba de la fragancia Jean Marie Farina, el vendedor me regaló la muestra y hasta ahora la conservo.