Día de subasta

Quizás vengan otras señales,
ahora que estoy en este abandono,
a merced de un destino incierto,
siento los golpes del martillo que avizoran mi desnudez.
Ahora estoy expuesta, sin nombre, sin familia,
abandonada de los designios celestiales,
como un objeto ofrecido al mejor postor.

El subastador lanza su voz por encima del viento,
golpea con el martillo mientras enumera mis cualidades.
Hay tantas manos rasgando la atención,
azarosas por sentir mis carnes frescas e imponerme un destino.

Pienso en mi madre que debe estar elevando sus lamentos,
gimiendo con sus pesadillas solo por satisfacer unos días de pan.
El subastador hace llover su voz,
qué todos sientan el deseo sembrado,
¡mírenla! Está acta para procrear los niños que quieran,
fértil como un campo virgen.
Sus manos se permiten navegar mi piel.

Todos pujan como un tambor castigado,
La euforia desciende sobre sus rostros,
los gritos se mezclan de pasión:
¡Quién da más! ¡Quien da más!
El subastador elige y el martillo cierra el negocio.

Apenas veo la risa gloriosa del ganador,
me exhibe como trofeo,
coloca la bolsa con monedas en aquellas manos inhumanas,
el subastador satisfecho comienza otra puja,
mis hermanos de raza esperan,
La subasta continúa.

Imagen tomada del post de invitación
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