Cuando la mandó a buscar, Marie se imaginó lo que estaba pasando, la había visto caminando sola por la playa, también recordó haberla visto limpiándose el rostro cuando la sorprendió en un estado ausente, mientras la comida se le quemaba sin percatarse. Cuando me vio, se limpió con rapidez y me mostró una sonrisa obligada.
—Que tonta soy, me pongo a soñar despierta y se me olvida lo que estoy haciendo.
—Tienes que tener cuidado Anna, puedes tener un accidente. ¿Te sucede algo?
—No amiga, todo está bien, solo soñaba, eso es todo…
—Deben ser sueños muy buenos…
—Por supuesto, se trata de un viaje a las montañas andinas, me fascina ese paisaje frío, recuerdo mi luna de miel con Raúl.

Cuando el muchacho vino, me puse nerviosa, empecé a imaginar cosas no muy agradables, ya había oído algo, pero no lo creía, los veía tan enamorados y de repente todo parecía cambiar. Me fui hasta la casa de Anna, sin tomar en cuenta que no me había pasado ni un peine por la cabeza, tomé un sombrero y salí.

La encontré en la playa como siempre, perdida en sí misma, pero esta vez no me ocultó sus lágrimas y estaba desesperada, me abrazo y la dejé estar un rato así, luego caminamos.

—¡Ay Marie! Me siento tan mal, tengo problemas con Raúl, discutimos todos los días, creo que tiene otra mujer, se pierde mucho tiempo, las vecinas dicen que así comienzan…
—¿Ya hablaste con él?
—¡No! Solo discutimos porque no me dice a dónde va y como no hemos podido concebir, ya no me quiere.
—Anna, si tú no hablas con él, no vas a solucionar nada y así van a terminar cada uno por su lado.
Se quedó en silencio, yo sabía que aún lloraba, así que terminé prometiendo hablar con Raúl. Me dio las gracias y volvimos a la casa.

Cuando Raúl salió aquella tarde, lo seguí un rato, terminó dándose cuenta que iba tras sus pasos.
—¿Se te ofrece algo Marie?
—Solo quiero hablar contigo Raúl.

Así que fuimos a un café y sin hacer preguntas, él, empezó a desahogarse.

—Marie, tu sabes cuánto la amo, pero no hemos podido tener hijos y eso me tiene trastornado, he ido muchas partes buscando una solución, he estado yendo con una pitonisa que me ha de prometido de todo, pero Anna no quiere hablar de eso y si no nos ponemos de acuerdo no va a pasar nada y las vecinas, las que tú bien conoces le han hecho creer otras cosas. Las discusiones no paran, no sé qué hacer, ayer mandé la bruja al carajo, al doctorcito del barrio, le hice la cruz y si esto sigue voy a terminar cortándole la lengua a las vecinas… es una locura.

Vaya tarea la que me tocó, ni la mejor Celestina lo habría hecho mejor, pero terminé uniendo las piezas y los dejé para que pudieran hablar. Cuando los vi caminando por la playa agarrados de la mano respiré, pero solo cuando los oí reír y chapotear en el agua, me fui a preparar una buena taza de café.

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Imagen tomada del post de invitación.