Si eres mujer creo que podemos entendernos, si te gusta el arte y la historia la mía te encantará, pero no quiero impresionarte con mis obras, quiero que conozcas un poco más de mi vida personal, si logras conectarte con mi yo interno, nunca desistirás de luchar, jamás te darás por vencida aunque te arranquen del corazón lo que más amas, soy Zinaída Serebriakova y esta es mi historia.

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Soy pintora 👩‍🎨 y logré obtener mis conocimientos y llegar muy lejos cuando rara vez las mujeres eran reconocidas, me fascinaba pintar la vida cotidiana, retratos, autorretratos y paisajes, por cierto, los principales personajes de mis obras eran mis hijos y mi amigos y familia, y los paisajes me cautivaban.

Aprendí nada mas y nada menos que de la pluma de Ilya Repin, no era pintor cualquiera, déjame decirte que era considerado el Rembrandt de Rusia, jejeje, a los 21 años conocí a mi futuro esposo y primo Boris Serebriakov, con el tuve cuatro hijos hermosos y créeme que era muy feliz.

Uno de mis logros artísticos más resaltantes fue conocido como El tocador, era el retrato de una madre joven y ¿saben algo? Esa madre era yo , me pinté a mi misma, allí entendí que tenía habilidad para pintar la feminidad esta obra logró que mi nombre se diera a conocer en los círculos artísticos de la época.

Para hacer la historia más corta quiero enfatizar lo que realmente quiero que aprendas de mi historia, pase por momentos muy difíciles pues la revolución rusa entro en su pleno apogeo y mi esposo arrestado y llevado a una cárcel en Bolchevique, meses después me dieron la noticia que murió en ese lugar de tifus.

Busque trabajo por todas partes para que mi familia no pasara hambre y en medio de esa melancolía nació la obra casa de cartas allí pinte a mis hijos jugando las cartas, por supuesto, allí los personajes no lucían tan felices como mis obras anteriores , con esta obra recordaría la lucha a la que me enfrenté para mantener a mi familia

Me alimente de determinación y coraje, no podía déjame morir ante la realidad que estaba viviendo, busqué alternativas de subsistencia y debido a la escasez me vi en la obligación de recurrir a técnicas más económicas como el carbón y el lápiz.

Finalmente, una de las tristezas más grandes fue dejar a dos de mis hijos en Rusia debido a restricciones impuestas por autoridades soviéticas , allí se quedaron por décadas fue una de las etapas más devastadoras de mi vida, sin embargo, nunca me rendí, me permitieron ver a mi hija Tatiana, 36 años después en el año 1960, fue el día más feliz de mi vida. Siete años después a los 82 años deje de existir pero nunca perdí la esperanza.

No te rindas ese es el legado moral más valioso que quiero dejar en cada cuadro que lleve mi nombre, que cada vez que veas cada detalle de la imagen, pienses que la vida tiene momentos hermosos y hay que vivirlos a plenitud, sin embargo, también pasarás por momentos impredecibles que debes enfrentar con determinación, sin perder la esperanza.

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