Saludos a toda la familia de esta gran casa donde los sueños se hacen posibles, a sus administradores @marcybetancourt, @solperez y @venezolanos.

Me hes grato estar de nuevo participando en un mini concurso promovido por @venezolanos, a continuación les compartiré mis ejecuciones.

Patricia era una joven de 23 años, muy alegre y dada a la familia era hija única de la unión matrimonial del señor Jesús y la señora Yraida, vivían en Caracas pero tenían familiares en el Oriente del País. Milena era la hermana mayor de Yraida y se radicó en un pueblito del Estado Sucre llamado Pericantar.

Patricia nunca había ido a visitar a su tía Milena pero aprovechó que era la semana flexible por lo del covid-19 y emprendió su viaje, tomó un pequeño bolso y en el colocó sus pocas cosas, iba llena de ilusiones por conocer ese pueblo del que tanto escuchaba hablar a sus padres.

LLegó Patricia a Pericantar, cuando de pronto un letrero llamó su atención: El Pabellón de las Pirañas, asombrada ante aquel nombre Patricia le pregunta a su tía que significaba. Su tía le dice: --eso es un lago donde casi nadie se baña porque está lleno de pirañas, y éstas se utilizan para comer; ¿para comer? ¿no es peligroso?, ---no hija su carne es blanca y muy nutritiva.

No muy conforme con las respuestas Patricia se retira hasta su cuarto. Han pasado varios días y Patricia sale a caminar por la plaza del pueblo, cuando de pronto se sienta cerca de una mata de cactus y observa la fruta que desprende de ella. --- Se llama pitahaya y su sabor es muy dulce; Patricia voltea buscando aquella voz que le habla, y se encuentra con un joven moreno de ojos negros como la noche; ----hola me llamo Hector Peñalver y soy pescador de estos lares, ¿ que hace una muchacha tan bella y de cara color perla por estos rumbos?. Patricia sintió que el corazón le brincaba de la emoción y con la cara sonrojada continúa platicando.

Con los días el amor entre los jóvenes iba creciendo, Hector le enseñó el arte de trabajar con el punzón y las normas de seguridad que debía tener. Pero una tarde como tantas otras Patricia salió a esperar a su amado, se sentó en el mismo banco de siempre, ahí pasaron las horas y nada que llegaba. Ya son muchos días y Hector no aparece, se escuchan rumores en el pueblo que se ahogó en el lago de las pirañas.

Patricia se quedó a vivir en el pueblo, ya es una mujer mayor, no volvió a enamorarse, su reloj se paró aquella tarde cuando vio por última vez a su amado Hector. Ella solo encuentra consuelo al oír la canción de Penélope, esa es su vida resumida en ese tema y aún en la espera de su eterno amor.