Venezuela Concurso - Semana 3 - Arepas y Zaperoco

¡Buenas noches! El día de hoy vengo a participar en el concurso que nos trae nuestra amiga @marcybetancourt, me gusta mucho hacer historias y espero que les guste esta :D

Daniel es un adolescente deprimido y vacío, su vida se volvió así desde la muerte de su madre y el abandono de su padre, a temprana edad tuvo que aprender a sobrevivir. Sin embargo, Daniel estudiaba y trabajaba y el tiempo se le hacía muy corto. La depresión de Daniel se fue haciendo cada vez más grande, por las mañanas desayunaba una arepa con huevo, no quería esforzarse demasiado, las mañanas son las más difíciles.

Su mente era un desastre o como él dice: "Todo un zaperoco cerebral", los malos recuerdos lo atacaban constantemente, todos los días y sin falta. Esa molestia no lo dejaba tranquilo, ni siquiera cuando estaba un poco más "contento". Daniel pensó que ya no hacía nada en este mundo, que la vida sería mejor sin él a su lado.

Estaba todo listo para su partida, hasta escribió una carta que de seguro a nadie le importaría, pero se sintió bien al hacerla, dijo: "Todo listo, espero que Dios me entienda". Se fue a su habitación, se sentó en su cama y respiro profundamente, pero algo lo asusto:

"¿Qué...?". Una luz blanca estaba allí junto a Daniel, parecía una niña pequeña, y su voz era molesta, pero eso era lo menos importante....."¡Un fantasma!" dice Daniel.

"Eres un fantasma.....¿Acaso estás aquí para llevarme?". Dijo un asustado Daniel, pero es espíritu solo lo miro y le dijo:

"¿Qué? Eres una egoísta y mentirosa, primero, mi alma no puede ser una niña ruidosa y segundo, ¡Es mi vida y ya quiero que se acabe!". La pequeña niña de un blanco brillante pasó a un rojo brillante y ya no era pequeña, era grande casi del mismo tamaño que la habitación de Daniel, hacía muecas extrañas con su cara y de repente estallo:

La niña siguió gritando palabras al alzar, ya no estaba insultando a Daniel y su terrorífica apariencia cambio y ahora era la misma niña pequeña y blanca. Sus ojos eran oscuros, pero brillantes, a través de ellos no se veía nada. Solo le basto un parpadeo para volver a su estado inicial. "Bueno, como decía, no quiero que te vayas de este mundo Daniel y yo me encargaré de eso. Será sencillo y muy divertido, y no, no quiero quejas. Soy igual de egoísta que tú y quiero vivir, así que, no tienes opción.

Daniel comenzó a temerle un poco a la pequeña y solo acepto por temor, pero sin antes añadir: "¿Puedes apagar el zaperoco de mi cabeza?" a lo que la niña respondió: