VENEZUELA CONCURSO - SEMANA 3 - AREPAS Y ZAPEROCO by @palabreador


LA AREPA, EL DEDO Y EL ZAPEROCO


      La arepa siempre ha sido parte integral de mi vida. Mi madre, venezolanísima y orientalísima, era una maravillosa hacedora de arepas. Las hacía pequeñas y gorditas; delgaditas (telita), fritas o dulces, pero había un “modelo” de arepa que mi mamá hacía como a nadie se las he visto. Eran unas arepas enormes, del tamaño de una sartén grande, que tenían como tres dedos de grueso. Jajaja. Era una cosa descomunal! Esa arepa era picada en cuatro o en cinco, según la cantidad de comensales, que en nuestra casa nunca superaba al quinteto.

      Cierta mañana, mi madre hizo una de esas arepotas y nos llamó a desayunar a mí, a mi hermano mayor y a nuestra hermanita, la menor, de unos siete u ocho años entonces. Ya mi padre había salido a trabajar. Mientras la arepa se cocinaba en la sartén enorme de mi mamá, nos dijo que tomáramos asiento, cosa que hicimos muy disciplinadamente (cosa muy rara, éramos tremendos! Jajaja). Ella se acercó a la cocina, tomó la arepa, la colocó en un pañito y la trajo a la mesa. La arepa estaba sumamente caliente, como era lógico. Justo cuando mi madre iba a picarla, tocaron a la puerta de la casa y ella nos pidió que esperáramos allí, sin tocar nada!! (cosa imposible!). “Ya vengo. Se quedan tranquilos aquí!”, nos dijo.


      Casi de inmediato, nuestro hermano y yo pusimos el cerebrito a andar y se nos ocurrió algo. Ambos comenzamos a “puyar” con uno de nuestros índices a la arepa. Por supuesto, la idea del juego era no meter el dedo porque, si eso ocurría, nos esperaba una quemada bien intensa. A todas estas y como por telepatía, nos vimos a la cara y luego vimos a nuestra hermana, quien miraba con curiosidad el “gracioso” juego de la arepa. “Dale con el dedo”, le dijo mi hermano, a lo que ella se negó. “Anda, dale con el dedo. No te pasará nada. Mira!”, le decía él mientras punzaba a la arepa. La niña, con total inocencia, tocó con su dedo índice derecho a la enorme arepa. No pasó nada. “Dale más duro”, le dije yo. Ella, emocionada, lo hizo. “Más duro!”, le gritó mi hermano y la niña hundió su dedo en la arepa, con la mala suerte (para nosotros) que entró casi totalmente dentro de la masa. “Ay, mamá!!”, pensé para luego escuchar el grito de mi hermana quien, al levantar su manita, también levantó un poco la arepa. Imagínense nuestras caras!!


      Tan pronto mi hermana gritó, mi madre también lo hizo. “¿Qué pasó?”. Los dos atinamos a decir en coro “Naaada!”, con voz temblorosa. El llanto de mi hermana se hacía más intenso. Ya el dedo había salido de la arepa (¿O será mejor decir, la arepa del dedo?) y, de repente, escuchamos las características sandalias de goma de mi mamá que se dirigían hacia el comedor. Al oír aquello, que era la antesala de una segura paliza, “picamos los cauchos” y corrimos a escondernos Jajaja! Imaginen! Escondernos en un apartamento de 70 metros cuadrados! Bueno, luego de dos minutos, aquel lugar se convirtió en un zaperoco, pues mi madre tomó una correa y comenzó a perseguirnos por la sala comedor, donde lo único que servía para protegernos era la mesa. Gritos de nuestra madre, gritos de nosotros, el llanto de mi hermana, las sillas que rodaban, la mesa que se movía! Jajaja Un verdadero ZAPEROCO! Y, al final, los correspondientes correazos de nuestra madre.


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Sort:  

Por andar de inventores mira los que les pasó! Una arepa supercaliente en el dedo de tu hermanita. Tremendo zaperoco y todo por una arepa enorme, jajajaja.

Bien contado @palabreador. Un gran abrazo!

Ah! se me olvidaba decirte, yo conocí esas arepas. Una sobrina de mi abuela que vivía en San Lorenzo hacía esas arepas en el fogón y las picaba en cuatro. Eran una delicia sobre todo para comerlas con pato guisado.

Hola, @marcybetancourt Jajaja Así fue! Más nunca se nos ocurrió jugar con la arepa y los dedos! Luego que mi madre falleció, no he vuelto a comer una arepa de ese tamaño! Un abrazo fraterno y gracias por el concurso.

Bien bueno este cuento @palabreador. A mí no gustan las arepas tan grandes y tan gruesas porque se me atora en la garganta. Pero pobrecita tu hermanita que se quemó el dedo por ustedes estar con el bochinche.

Esas arepas eran un sello de mi familia materna. Casi todas las hermanas de mi madre las hacían, aunque donde era más común era en nuestra casa. Jajaja Mi hermana jamás olvidó eso. Todavía le asusta meterle el dedo a una arepa! Gracias por el comentario.

Muy buena tu anécdota de niño, ah buen zaperoco se armó jajaja. Chevere tu historia @palabreador

Saludos, @graceleon Si, una anécdota de esas inovidables. Sobre todo, para mi hermana! Jajajaj

Muy buena anécdota amigo. Te deseo muchos éxitos!!

Gracias, @nahumsamuel. Me alegra mucho que te haya gustado.

@palabreador me hiciste recorad que hasta grande mi mama picaba mi arepa, ahora yo lo hago con un enerdor y ni pensar bajarla del budare con mis manos.

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